martes, 27 de abril de 2010

Frente al Fuego I: hoy meditaciones varias


Quizás, porque me quedó haciendo eco una discusión Utópica del Domingo; o porque en el fondo, el temor al gusano de la pereza es tan grande, que representa el miedo a dejarse estar y perder la vida en una jaula voluntaria hecha con la propia acedia; quizás es sólo la meditación acerca de decisiones difíciles (no es que tenga que tomarlas); o solamente porque me gusta este pasaje. Esta noche fresca de otoño me encontré a mi misma recordándolo mientras sentada miraba moverse el fuego en la Chimenea del Salón de Misselthwaite:

"Pero cuando Aragorn llegaba al pabellón que compartiría esa noche con Lególas y Gimli, donde sus compañeros ya habían entrado, la Dama lo siguió y lo llamó. Aragorn se volvió y la vio, una luz en la noche, pues iba vestida de blanco; pero tenía fuego en la mirada.
— ¡Aragorn! —le dijo— ¿por qué queréis tomar ese camino funesto?
—Porque he de hacerlo —fue la respuesta—. Sólo así veo alguna esperanza de cumplir mi cometido en la guerra contra Sauron. No elijo los caminos del peligro, Eowyn. Si escuchara la llamada de mi corazón, estaría a esta hora en el lejano Norte, paseando por el hermoso valle de Rivendel.
Ella permaneció en silencio un momento, como si pesara el significado de aquellas palabras. Luego, de improviso, puso una mano en el brazo de Aragorn.
—Sois un señor austero e inflexible —dijo—; así es como los hombres conquistan la gloria. — Hizo una pausa.— Señor —prosiguió—, si tenéis que partir, dejad que os siga. Estoy cansada de esconderme en las colinas, y deseo afrontar el peligro y la batalla.
—Vuestro deber está aquí entre los vuestros —respondió Aragorn.
—Demasiado he oído hablar de deber —exclamó ella—. Pero ¿no soy por ventura de la Casa de Eorl, una virgen guerrera y no una nodriza seca? Ya bastante he esperado con las rodillas flojas. Si ahora no me tiemblan, parece, ¿no puedo vivir mi vida como yo lo deseo?
—Pocos pueden hacerlo con honra —respondió Aragorn—. Pero en cuanto a vos, señora: ¿no habéis aceptado la tarea de gobernar al pueblo hasta el regreso del Señor? Si no os hubieran elegido, habrían nombrado a algún mariscal o capitán, y no podría abandonar el cargo, estuviese o no cansado de él.
— ¿Siempre seré yo la elegida? —replicó ella amargamente—. ¿Siempre tendré yo que quedarme en casa cuando los caballeros parten, dedicada a pequeños menesteres mientras ellos conquistan la gloria, para que al regresar encuentren lecho y alimento?
— Quizá no esté lejano el día en que nadie regrese —dijo Aragorn—. Entonces ese valor sin gloria será muy necesario, pues ya nadie recordará las hazañas de los últimos defensores. Las hazañas no son menos valerosas porque nadie las alabe.
Y ella respondió:
—Todas vuestras palabras significan una sola cosa: Eres una mujer, y tu misión está en el hogar. Sin embargo, cuando los hombres hayan muerto con honor en la batalla, se te permitirá quemar la casa e inmolarte con ella, puesto que ya no la necesitarán. Pero soy de la Casa de Eorl, no una mujer de servicio. Sé montar a caballo y esgrimir una espada y no temo el sufrimiento ni la muerte.
— ¿A qué teméis, señora? —le preguntó Aragorn.
—A una jaula. A vivir encerrada detrás de los barrotes, hasta que la costumbre y la vejez acepten el cautiverio, y la posibilidad y aun el deseo de llevar a cabo grandes hazañas se hayan perdido para siempre.
—Y a mí me aconsejabais no aventurarme por el camino que he elegido, porque es peligroso.
—Es el consejo que una persona puede darle a otra —dijo ella—. No os pido, sin embargo, que huyáis del peligro, sino que vayáis a combatir donde vuestra espada puede conquistar la fama y la victoria. No me gustaría saber que algo tan noble y tan excelso ha sido derrochado en vano.
—Ni tampoco a mí —replicó Aragorn—. Por eso, señora, os digo: ¡Quedaos! Pues nada tenéis
que hacer en el Sur.
—Tampoco los que os acompañan tienen nada que hacer allí. Os siguen porque no quieren separarse de vos... porque os aman. Y dando media vuelta Eowyn se alejó desvaneciéndose en la noche.
No bien apareció en el cielo la luz del día, antes que el sol se elevara sobre las estribaciones del Este, Aragorn se preparó para partir."

domingo, 11 de abril de 2010

Miróforas

Noche oscura, es el momento previo al amanecer, mirando por la ventana de mi habitación en Misselthwaite veo una luz titilante y pequeña en la oscuridad... curiosa, me levanto, salgo de la casa y comienzo a seguir a aquella pequeña luz amante... son las piadosas mujeres que con perfumes van a la tumba del Amado... caminan a paso firme por la noche del Jardín diciéndose:

-"Adelante, amigas, vamos a ungir con aromas el cuerpo vivificante y sepultado, la carne que yace en le sepulcro pero que resucita a Adán el caído. De prisa, vamos y como ya lo hicieran los magos adorémoslo, a El que ahora está envuelto no en pañales sino en la sábana, llevemos como dones los perfumes. Y llorando digamos: Resucita, Señor, tú que a los caídos concedes la resurrección."

Callada, seguía yo esa procesión amorosa, sin ser Mirófora yo, más deseando en el corazón también portar aquél hermoso perfume al sepulcro de mi Señor... Caminamos por camino de barro, con dificultad por la poca Luz, hasta llegar a la tumba dónde algo mágico, que ellas no se esperaban, sucedió... "Encontraron a un ángel sentado sobre la piedra. Dirigiéndose a ellas les decía así:
-¿Por qué buscáis al Viviente entre los muertos? ¿Por qué lloráis al Incorruptible como si hubiese caído en la corrupción? Id y anunciad a sus discípulos: Cristo ha resucitado de entre los muertos."

¡Oh Santas y piadosas mujeres!
¡Hermanas mías del corazón!
En vuestro amor al Esposo
se encuentra escondida la llama
que al mundo abrazó.
Ustedes portan el perfume de dulce aroma,
que al abrirse el sepulcro la Pascua anunció.
¿Acaso, nosotras las que las contemplamos,
no nos damos cuenta que la misión
de anunciar a los hombres al Amado,
también, a nosotras simples mujeres,
se nos encomendó?

domingo, 4 de abril de 2010

¡Hoy resucitó!

Montañas y praderas, fuentes y manantiales, árboles y flores, habitantes y huéspedes, hoy todo el Jardín canta la Resurrección:


Hoy resucitó de entre los muertos

el Esposo inmortal y celestial.

A ti este anuncio de alegría,

oh Iglesia, la Esposa en la tierra.

Bendice con vos jubilosa a tu Dios, oh Sión.

Hoy el brillo de la luz

que procede de la luz,

iluminó a tus hijos.

Ilumínate, Jerusalén,

pues resucitó tu luz: Cristo.

Bendice con voz jubilosa a tu Dios, oh Sión.

Hoy las tinieblas de la confusión

fueron expulsadas con la luz trina

y en ti nació la luz de la ciencia,

el resucitado de entre los muertos: Cristo.

Bendice con voz jubilosa a tu Dios, oh Sión.

(Himno armenio)

De parte de Mary para todo el Jardín:

¡Feliz Pascua de Resurrección!