
-Disculpe profesora, creo que anoté "Y sí, Kant tenía razón..." creo que escuche mal... ¿puede usted repetir?- dijo muy educadamente nuestro aplicado Juan De Dos Apellidos.
-Sí ciertamente, estaba diciendo que después de todo Kant tenía razón...- no terminó esta frase cuando el querido líder sindical del grupo, Santiago Hablador (no se quejen con la cronista los apellidos son puro producto de la oficina de Inmigraciones) dijo:
-No, no, no, Kant no puede tener razón justamente porque es Kant, su nombre incluye el concepto mismo del no poder, "Kant" en lengua sajona es la negación del verbo "Kann" poder...-Antes de que don Hablador terminara la profesora soltó una gran carcajada desde el corazón:
-Usted, señor Hablador, habla mucho y piensa poco, haga el favor de sentarse y escuchar que para eso viene a clase, que no se nace sabiendo- dijo con ojos serios que ocultaban un poco de risa e ironía.
Así Santiago con el orgullo herido se sentó y dispuso sus oídos aunque no su corazón a escuchar.
De este modo la profesora continuó:
- Kant después de todo, sí descubrió algo, y esto es el poder del desenfoque, las cosas no deben hacerse por un interés personal, la peor forma de ser humilde, es ser humilde porque así Dios lo exaltará a uno; ven, aquí tenemos un problema de enfoque, no es uno mismo por el cual se desarrolla una virtud.
Sí, a mi no me vengan con esas ñoñadas de los valores porque la humildad es una virtud y no un valor, ¡caramba!- dijo la profesora con su inconfundible acento porteño viejo que hacia recordar a sus cultos alumnos a la Flor del Abasto.
-Ay no entiendo nada pero Kant está genial-dijo Lucrecia saltando desde atrás con su típica colgadura.
-Se equivoca señorita Despiste- Estos de inmigraciones ni un corno de húngaro sabían-, por más que usted no lo entienda Kant no está genial-dijo la profesora Diana Luna entrando desde atrás, a la clase de su vieja amiga- Me parece querida profesora, que usted me esta confundiendo los tantos así como confundía la “v” con la “b” cuando le enseñaba italiano.
-Explíquese colega- dijo la profesora con una sonrisa, y procedió a dejarle a su amiga la cátedra.
-Verá, usted habla del desenfoque que es una muy buena idea, pero ésta no se le ocurrió a Kant, su amigo, o como usted solía llamarlo "Rey de Bajotierra" sino es algo que se sabe y a la vez no se sabe desde hace mucho, es algo que a usted le gustaba mucho, es una paradoja. Kant llego a la parte de no centrar la virtud en un interés egoísta, el problema es que el buen hombre, si señor Hablador, buen hombre, le erró al pensar que todo interés, que toda intención que toda moción de la voluntad era egoísta, Quiso encerrar la paradoja y se le escapó. En verdad uno es humilde no porque así Dios lo va a exaltar sino que se es humilde porque se conoce la condición de uno como creatura frente al Creador- dijo la profesora Luna mientras se sentaba prolijamente y acomodaba su larga pollera marrón.
-Bueno ese es el punto al que quería llegar mi querida Luna. No podemos llegar a la virtud si no desenfocamos la mirada de nuestro propio ser. La Virtud es el medio pero se logra cuando no se la está buscando por ella misma, sino como medio para alcanzar el fin que a ella le corresponde. Y sí en esto me opongo a Kant, y sí Kant se equivoca, esta vez hoyo correctamente señor De Dos Apellidos, al pensar que toda virtud se hace por fines egoístas o egocéntricos. Por ejemplo la Caridad o amor de Dios, Al cual se debe amar, por sí mismo, pero no para. Pues gran chasco se llevará quien intente amar a Dios para llegar al Paraíso, porque Dios es el Paraíso, y no el medio para llegar allí. Gran chasco se llevará quien intente ser humilde porque Dios ha exaltado a los humildes, porque al esperar la exaltación ya perdió la humildad. Y gran chasco se llevará la novia que sólo se guardó para poderse casar y después gozar porque ya perdió su virginidad aún antes de empezar a noviar. Verán, las cosas importantes se pierden cuando las perseguimos locamente por nosotros mismos y vuelven a aparecer cuando las dejamos de perseguir y desenfocamos la mirada de nuestra necesidad- dijo la Profesora.
-Es cierto Doña Maria, y como Doña Minerva una vez dijo citando las leyes de Murphy las cosas que buscabas aparecen cuando estas buscando otras que no aparecen."
Aquí se corta el resto de la hoja que encontré en el cuaderno de la Omma en su vieja habitación vacía frente al lago en Misselthwaite.