jueves, 15 de julio de 2010

El Tocadiscos de la Omma


Hoy en la gran sala suena otra vez el tocadisco, en frente en el mágico Tapiz, se dibujan las imágenes de una de las mejores películas que haya jamás visto con mi querida Omma.
Mientras la melodía suena en el Piano, y habiendo hecho Ilsa su pedido a Sam, digo en voz alta:

-¡ay! Omma ya no se puede más cantar esta canción, ya que han pasado los años y las cosas sí han cambiado, ya no más podemos decir "Woman needs man and the man must have his made that no one can deny" Por que lo han negado, ya no más...
- Mine Kleina Bär aus Berlin, no es así- Me respondió una voz alegre a mi espalda.
Dandome vuelta, allí estaba mi querida Omma sonriendo como quien ya ha conocido la Esperanza-La canción, te responde "The fundamental things aply as time goes by" y "No mater what the future brings as time goes by"- dijo cantando de nuevo la canción de quien habia sido su cantante favorito.
- Pero Omma lo han negado- dije ya desolada.
- Mine shëne, si estubiera allá sabes como me escucharía el rabbino- dijo con su tono fuerte de enojo, y sus ojos brillando en casi una sonrrisa que me aseguraba, como antes que ella sola podía cambiar todas las cosas malas que podían suceder- El tema es que pueden negarlo pero eso no lo hace menos real, pueden decir lo que quieran, pero no pueden cambiar el único y simple hecho que así como Dios la realidad es.- dijo sonriendo, y así con esa sonrisa y con aires de esperansa partió de nuevo hacia Jerusalem.

Frente al Fuego: Antígona Hoy


Mirando el Fuego hoy en el último día del otoño, en espera del invierno, me pregunto: Si Sofocles escribiera Antigona hoy ¿Qué cambiaría?
Una imagen aparece en mi mente Antigona escapándose, no ya a enterrar a su difunto hermano; que ya estaría enterrado, pues Creonte no hubiera querido que se violaran los derechos humanos y hubiera enterrado al traidor muy humanitariamente. No, nuestra Antigona, no camina en el silencio nocturno, para enterrar el amor filial de su hermano, sino para consumar su amor con Hemón. En la noche los espera el sacerdote frente al altar de Athena la diosa de la sabiduria, para unirlos en matrimonio. Pero al llegar son descubiertos por Creonte quien en su locura y soberbia queriendo poner la ley humana por encima de la ley Divina ha decretado que Hemon contraiga nupcias con Eteocles.
La tragedia es la misma, Antigona muere sin descendencia, esta vez por el hecho de querer tenerla, la paradoja se vuelve a encarnar.
Ahora el que ve (Creonte) viendo no ve, y se destruye a él y a los suyos por no escuchar, a quien no viendo ve, Tiresias. Quien le advierte que no sé puede ir en contra de la naturaleza que han hecho los dioses. El resultado la muerte de su hijo por no poder estar con su amada.
El drama se repite, la misma forma distinta materia: la ciudad del hombre se vuelve a enfrentar a la ciudad de Dios.

lunes, 5 de julio de 2010

¡A la casa de duendes!

En medio de finales, y pruebas, problemas, leyes y trabalenguas, el Salon de Misselthewaite en este invierno, se vuelve el lugar más acogedor del Jardín. En el los amigos nos sentamos a charlar, tomar algo y lo más importante a reir.
La risa de esos momentos frente al fuego en la gran sala es la que nos hace pasar por los momentos de soledad, la que nos ayuda a atravesar este valle de lagrimas con una sonrisa, pues nos hace recordar que allí donde llovió paró.
Es cierto entonces lo que el gran Ciceron decía: "la amistad ha sido dada por la naturaleza como ayudante de las virtudes,(...), para que, puesto que la virtud en solitario no podría llegar a aquellas cosas que son las más grandes, llegara unida y asociada con la otra" (...) " Así pues, es verdadero aquello que, acostumbrado a decir, según creo, por Arquitas de Tarento, oí a nuestros ancianos recordarlo como oído de otros ancianos: "si alguien hubiese subido al cielo y hubiese contemplado la naturaleza del mundo y la hermosura de los astros, aquella admiración sería para él desagradable; esta habría sido para él agradabilísima, si hubiera tenido a alguien al que contarlo." Así la naturaleza nada ama al solitario y siempre se apoya como en algún adminículo; éste es, incluso, dulcísimo en alguien muy amigo."
Es así que caminando por el Jardín me encontré con algo digno de compartir, porque a veces, el singular es hermoso para contemplar, pero el plural hace que lo contemplado sea difusivo de sí: