jueves, 26 de junio de 2008

Sobre la paradoja andante


Andando una vuelta por el Jardín, buscando alguna que otra pista sobre la fe, me choqué de repente con otra imagen , y esta era la de un viejo adivino al cual se lo conocía en otras épocas bajo el nombre de Tiresias.

Meditando sobre él, me golpeó el hecho de que es una mismísima paradoja andante, de las cuales hoy en día, por una gran falta de contemplación se encuentran cada vez más escasas, aparte de que el mismo hecho de poder encontrarlas es mas escaso todavía, realmente como diría Simone, rara vez prestamos verdadera atención.

Sin embargo, helo aquí al viejo y sabio adivino, la mismísima imagen del caballero de la fe; él es aquél que quedó ciego al haber contemplado los misterios eternos, las Luces del infinito, siendo así capaz de iluminar y ver los designios y aconteceres de lo finito. De esta manera él mismo se ha vuelto una paradoja andante, ve no viendo.

Esto sucede a todos aquellos que contemplan la Paradoja, de tanto verla se transforman ellos mismo en imagen de ella. El proceso, comienza en la contemplación de la mirada salvadora, pues nadie luego de contemplar a la gran Paradoja puede salir indemne, o será paradoja y no viendo verá, o será ironía y viendo no verá. Todo depende de si decide humillarse y creer o enorgulleserse y escandalizarce. Ya que a todo aquél que clame pidiendo un médico lo tendrá, pero a quien alegue estar sano la ayuda se le negará.

La clave de nuestro lado para alcanzar la paradoja, puede resumirse en la mirada de la fe; sólo aquél que contempla, que está a la espera, listo para escuchar Aquella Dulce Palabra, se salvará. Pues el Misterio al ver su mirada atenta se enternecerá y haciéndose Paradoja, a aquel que lo mira descenderá.

martes, 24 de junio de 2008

Un cuento sin título y sin final



Ayer llegó un anciano profesor a Misselthwaite que a la luz del hogar, y a nuestro pedido, en la sala común nos enpezó un cuento a relatar:


-Conozco o me han contado la historia de un guerrero, de la cual no se conoce o no se ha encontrado todavía el final-dijo con ojos que empezaban a rememorar, y luego de su portafolios viejo, sacó un antiguo pergamino y empezó a relatar:


"Era una mañana brillante, cuando aquél noble caballero decidió partir a cubrir el puesto de un amigo. Los pájaros cantaban y el sol brillaba en lo alto del cielo dando a entender que cualquier cosa maravillosa podía pasar.

El camino lo llevaba lejos de casa y por ende lejos del campo de batalla al cual debía defender. Cuando arribó a destino en aquella vieja posada las cosas parecian normales... la dueña de aquella posada lo miró de arriba a abajoen su brillante armadura y le mostro el cuarto donde habría de quedarse.

La misión del caballero en aquel sencillo lugar era la de quedarse por la temporada fría a defender el puesto del posible ataque del enemigo; luego de cumplido ese tiempo debía retornar pues la guerra estaba ya pronta en su casa y se lo requería en el campo de batalla.

Al correr los meses el caballero y la posadera disfrutaban cada vez más de su mutua companía y como era de esperarse entre tan apuesto caballero y tan noble dama ambos se enamoraron.

Disfrutaron ambos los meses fríos pero cálidos de su amor, como si la vida se les fuera en ello. sin embargo una sombra pesaba sobre ambos, se acercaba el momento del retorno del caballero al campo de batalla y a la guerra...."

El viejo profesor nos miro a cada una y dijo:- El antiguo pergamino aqui se corta...

y ante la mira ansiosa y decepcionada de sus oyentes agregó: Sin embargo, se han encontrado escritos sobre esta pequeña historia que hablan acerca del dilema del caballero:

El quedarse en la lontananza con su amada, feliz en la paz y lejos de la batalla dejando así su puesto; o renunciar a su amor para volver allí donde lo necesitan, donde su vida y habilidad con la espada son requeridas para salvar tantas otras. De todas maneras allí se corta la historia dejandonos la incognita, de un corazón partido entre dos amores: el de la amada o el de la patria. Y la pregunta a mi entender que de nuevo se plantea -dijo el anciano profesor- es ¿puede uno servir a dos señores?,¿puede aquel que está peleando y es llamado a la batalla enamorarse?, ¿le cabe al hombre en esta vida el descanso o sólo se lo dan, en tanto y en cuanto este no le haga olvidar de la patria celestial? Puesto que recordemos que todo aquel que ame su vida la perderá y todo aquel que pierda su vida la encontrará...

Así terminó su historia aquel viejo profesor... dejando flotar aquellas preguntas en el calido aire frente a la chimenea de la sala... lo que cada una pensó o dijo en aquella conversación nocturna esta invitada a decir o a callar....

domingo, 22 de junio de 2008

El Corazón tiene razones que la Razón no entiende


Hoy sentada frente al fuego del hogar contemplando el mismo ardor de las llamas que suben y bajan comencé a pensar en aquella famosa sentencia de Pascal sobre la cual mucho se dicho pero poco se ha pensado; muchos la toman como caballo de batalla contra la Razón, pero nadie se ha animado a completarla, pues aquella frase no está completa, como buen pensamiento escrito en el apuro de la intuición necesita de un momento posterior de desarrollo y contemplación. Mientras así meditaba sobre aquella frase recordé la historia de aquél hombre que por un hechizo extraño del destino, su ira y su pasión eran su poder y maldición. Este hombre no podía controlarse, y en sus enojos salía tan fuera de sí que como un volcán en erupción destruía todo a su alance. Aquél huía de lugar en lugar tratando de buscar la cura para el maleficio aquel, pues cada vez que se perdía a él, perdía y lastimaba a muchos junto con él. Sin embargo, a pesar de su búsqueda y soledad, no logró entender que a las pasiones no hay que eliminar , sino que basta aquella frase de Pascal de la siguiente manera terminar:

Dijo el buen francés: "El corazón tiene razones que la razón no entiende", pero también tiene pasiones a las cuales la razón no se debe sujetar. Ante lo único que la Razón gobernando a todo el hombre se debe sujetar es al misterio y a Dios amar. Si aquél hombre en su maleficio lograra esto encontrar, no necesitaría cura, y a su pasión, a su poder, como un buen rey, haciendo el bien podría gobernar. Pues sólo Aquél que nos creó es Aquel que nos puede en su misericordia, ante nuestra propia maldad, curar.

lunes, 16 de junio de 2008

De alegrìas y tristezas de Amor, Pecado y amargura


Es de noche en Misselthwaite, la luna brilla solitaria en medio de la noche, todos se han ido a dormir; caminando con vela en mano por los pasillos, de repente la luna ilumina una vieja y extraña habitación... La puerta se abre y el viento sopla... en la habitación un cofre abierto lleno de viejos manuscritos del cual sobresale este en particular, escrito por la pequeña pluma de una joven autora... He aquí su transcripción:




“La propia causa de la alegría que te sorprende, será la misma causa de la conciencia de tu pecado”


La primera vez que escuché estas palabras no las comprendí, pero luego me enamoré. ¿Quién hubiese pensado que él iba a verme? Pues el hecho de que yo lo haya visto no significaba que él también lo hiciera. Mi alegría fue una sorpresa, sorpresa de la mutua búsqueda de ambos. Aquel a quien yo había visto a lo lejos arriba en la montaña también me vio a mí y al ver semejante milagro mi alma no cabía en sí. Al llegar él, lo cambio todo, a su vista florecí, y mientras yo mas crecía su imagen ante mi también lo hacía. Sin embargo, aquella sentencia rondaba mi felicidad, sin que yo todavía comprendiera como la Alegría podía convertirse en Angustia. No entendía, ya que en aquel momento todo me sorprendía, el mundo era maravilloso y junto a él todo tomaba el color y el aroma de las rosas.
Pero el destino,o él mismo, quiso cambiar las cosas, pues no bastaba con la sorpresa de la alegría, para que yo lo amara realmente, ya que no era yo igual a él, no era yo de las alturas sino que pertenecía a la tierra fiel. Era menester que yo, de alguna forma, me hiciera igual a él, ahora lo comprendo. Para esto no bastaba que yo comprendiera su grandeza, sino que en base a ella comprobara mi propia miseria. Eso era lo que significaba “…causa de la conciencia de tu pecado”. Pero, ¿cómo llegué a ser conciente de algo que no era? Pues bien, como todo aquello que esta en penumbras necesita una gran luz, así necesité que mi miseria se viera a la gran Luz de su belleza. Esa noche, el se hizo uno de la tierra, dejó la montaña, las alturas y se hizo terrestre. Es así como vino a verme y aunque su belleza ante cualquier ojo lo delataba, ante mí, ante el ojo de la amante, no lo hizo. He aquí que lo desprecié y ante el miedo por el amor que manifestaba lo maté…Ahí en su momento más bajo, brilló más su luz de montaña, y la ceguera que cubría mi vista se cayó, al reconocerlo ante mi muerto. En mis manos estaba la alegría que me sorprendía, ante mi se alzó mi miseria y fui consiente de mi pecado.Sin embargo el amor, o él, no quiso que así muriera, que así terminara la historia del milagro, pues estaba preparado un milagro aún mayor. De repente una voz ante mi se alzó y me dijo “¿Renuncias a todo por recuperar a tu amor?” “Sí” respondí con lágrimas en los ojos, “¿Serías capaz incluso de morir para cambiar tu vida por la de él?” “Sí” respondí con los puños cerrados, “¿creerás entonces que así ha de ser?” sin terminar de comprender aquella pregunta respondí que sí. Al instante en medio de mi miseria la vista se arreglo y vi que la muerta en realidad siempre había sido yo. Reconocí su mano que la tendía hacia mí, y que me invitaba a la Luz, pero yo ya no era yo y sin embargo en su amor era más yo que nunca. Había muerto para nacer de nuevo, dejando atrás la tierra para subir a las montañas, dejando atrás el viejo yo. Recibí, así, el regalo más grande que es el de convertirme en semejante a mi amor; pues fue él, el que primero en realidad me buscó.
Hlios

domingo, 8 de junio de 2008

Amigos son los amigos


Hoy paseo caminando, por las habitaciones de Misselthwaite al dulce Calor de hogar de cada una de ellas, en cada una vive una parte del corazón, pues cada una de ellas guarda un afecto. Paso por la habitación de Ruth de donde viene el son de una música dulce y el resplandor de una luz apacible. Luego paso por la habitación de Athena de donde sale un rico perfume a té de frutilla que recuerda a su corazón grande y su mente abierta. Mientras paso recuerdo los buenos momentos, el tiempo compartido en pruebas y alegrías, y descubro el tesoro que antes creía que no poseía. Y mientras todo esto sucede el recuerdo de la siguiente escena viene a mi mente :

Cuatro amigos reunidos frente al fuego, al calor del hogar, tres de ellos ansiosos por poder al cuarto ayudar, pues comprenden que su carga es pesada y que solo no ha de estar. Por ello cuando los recuerdo pienso que aquí se refleja la verdadera amistad.

"-Ahora saldrá la verdad a luz -murmuró Pippin a Merry y Merry asintió.
-¡Bien! -dijo Frodo al fin, enderezándose en la silla, como si hubiese tomado
una decisión-. No puedo mantenerlo en secreto por más tiempo. Tengo que
deciros algo, a todos vosotros. Pero no sé cómo empezar.
-Creo que yo podría ayudarte contándote una parte de la historia -dijo Merry
con calma.
-¿Qué quieres decir? -preguntó Frodo, echándole una mirada inquieta.
-Sólo esto, mi viejo y querido Frodo: te sientes desdichado porque no sabes decir adiós. Querías dejar la Comarca, por supuesto; pero el peligro te alcanzó más pronto de lo que esperabas y ahora has decidido partir inmediatamente. Y no tienes ganas. Lo sentimos mucho por ti. Frodo abrió la boca y la volvió a cerrar. La expresión de sorpresa era tan cómica que los otros se echaron a reír.
-¡Querido viejo Frodo! -dijo Pippin-. ¿Realmente pensaste que nos habías echado tierra a los ojos? ¡No tomaste las precauciones necesarias, ni fuiste bastante inteligente! Todo este año, desde el mes de abril, estuviste planeando la partida y despidiéndote de los sitios queridos. Te hemos oído murmurar constantemente: «No sé si volveré a ver el valle otra vez», y cosas parecidas.¡Y pretender que se te había acabado el dinero, y venderles tu querido Bolsón Cerrado a los Sacovilla-Bolsón Y esos conciliábulos con Gandalf.
-¡Cielos! - dijo Frodo -. Y yo que creía haber sido tan cuidadoso y astuto. No sé qué diría Gandalf. ¿Entonces toda la Comarca discute mi partida?
-¡Oh, no! -dijo Merry-. ¡No te preocupes! El secreto no se mantendrá mucho tiempo, claro está, pero por ahora sólo lo conocemos nosotros, creo, los conspiradores. Al fin y al cabo no olvides que te conocemos bien y pasamos largas jornadas contigo. No nos cuesta mucho imaginar lo que piensas. Yo conocía a Bilbo también. A decir verdad, te he estado observando de cerca desde la partida de Bilbo. Pensé que lo seguirías, tarde o temprano, aunque esperaba que lo harías antes y en los últimos tiempos estuvimos muy preocupados. Nos aterrorizaba la idea de que nos dejaras de pronto y partieras bruscamente, solo, lo mismo que Bilbo. Desde esta primavera mantuvimos siempre los ojos bien abiertos y elaboramos nuestros propios planes. ¡No te escaparás con tanta facilidad!
-Pero es necesario que parta -dijo Frodo-. Nada puede hacerse, mis queridos amigos. Es una desdicha para todos nosotros, pero es inútil que tratéis de retenerme. Ya que habéis adivinado tantas cosas, ¡por favor, ayudadme y no me pongáis obstáculos!
-¡No entiendes! -dijo Pippin-. Tienes que partir y por lo tanto nosotros también. Merry y yo iremos contigo. Sam es un sujeto excelente. Saltaría a la boca de un dragón para salvarte si no tropezara con sus propios pies, pero necesitarás más de un compañero en tu peligrosa aventura.
-¡Mis queridos y bienamados hobbits! -dijo Frodo, profundamente conmovido-. No podría permitirlo. Lo decidí también hace tiempo. Habláis de peligro, pero no entendéis. No se trata de la búsqueda de un tesoro, ni de un viaje de ida y vuelta. Iré de peligro mortal en peligro mortal.
-Por supuesto que entendemos -afirmó Merry-. Por eso hemos decidido venir. Sabemos que el Anillo no es cosa de broma, pero haremos lo que podamos para ayudarte contra el enemigo.

(...)

-Pero parece que no puedo confiar en nadie -dijo Frodo.
Sam lo miró tristemente.

-Todo depende de lo que quieras -Intervino Merry-. Puedes confiar en que te seguiremos en las buenas y en las malas hasta el fin, por amargo que sea, y en que guardaremos cualquier secreto, mejor que tú. Pero no creas que te dejaremos afrontar solo las dificultades, o partir sin una palabra. Somos tus amigos, Frodo. De cualquier modo, el caso es claro. Sabemos casi todo lo que te dijo Gandalf. Sabemos muchas cosas del Anillo. Estamos terriblemente asustados, pero iremos contigo, o te seguiremos como sabuesos.
-Y después de todo, señor -agregó Sam -, tendría que seguir el consejo de los elfos. Gildor le dijo que llevase voluntarios que lo acompañaran, no lo puede negar.
-No lo niego -dijo Frodo, mirando a Sam, que ahora sonreía satisfecho-. No lo niego, pero ya nunca creeré que duermes, ronques o no. Para asegurarme, te patearé con fuerza. ¡Sois un par de pillos solapados! -dijo, volviéndose a los otros-. ¡Pero que el cielo os bendiga! -rió levantándose y agitando los brazos-.Acepto; seguiré el consejo de Gildor. Si el peligro fuera menos sombrío,bailaría de alegría. Sin embargo, no puedo evitar sentirme feliz, más feliz de lo
que me he sentido en mucho tiempo. La perspectiva de esta noche me aterraba."

lunes, 2 de junio de 2008

La Estrella de los reyes magos


Hoy volví a pasear cerca de las ruinas de aquella Iglesia y en medio de mi andar, ante mis ojos vislumbre un cuadro que por una especie de magia oculta en el Jardín parecía moverse, en el peregrinando en el Desierto se encontraban los tres reyes magos y al verlos andando allí en su soledad me empecé a preguntar:

Caminando en el desierto la estrella que antes veían se ha nublado, ¿qué es lo que los anima a seguir a aquellos tres reyes magos? A su alrededor no hay nada más que paisaje hostil, sed, frío calor y hambre... y sin embargo aquellos tres, ya avanzado el viaje siguen adelante. Cuéntenme ¡Oh sabios reyes! ¿qué es aquello que los anima a seguir adelante? Sé que es la fe en lo que en un primer día vieron, pero que ahora ya no ven. Entonces ¿qué es aquello que los anima a continuar en pie?

A coro me responden los tres:

-Si no comprendes que lo que nos anima ahora es la fe en aquello que no vemos entonces es que la haz comprendido al revés. Es en la prueba de la noche, en la sequedad del desierto que se prueba la fe en la estrella que se vio pero que ahora no se ve.

Luego de esto volvieron su mirada adelante y continuaron su peregrinaje. El cuadro se detuvo y ante mi había comenzado la noche.

domingo, 1 de junio de 2008

Acerca de Turistas y Caminantes



La noche pasada Llovía en Misselthwaite, y a la puerta vinieron buscando refugio dos extraños personajes. Uno de ellos era alto y joven pero en su mirada parecía mucho más viejo, como si la sabiduría de muchos años cayera sobre él; el otro era bajo y aunque también joven su mirada denotaba aún menos edad, pues sus ojos eran tremendamente ansiosos y nunca se detenían demasiado tiempo en un mismo lugar. Los invité a pasar a la cocina donde poniéndose a comer y a tomar un poco de vino caliente, pues hacia mucho frío, nos pusimos a charlar animadamente. El nombre del joven de ojos sabios era John, contaba que hace unos años había partido en busca de su casa y se definía a él mismo como un caminante. Nos contó que había tenido que pasar por muchas cosas en el camino de vuelta, pero que estaba feliz pues cada prueba y cada lugar que descubría lo acercaban más a su hogar. En cambio el joven de ojos ansiosos contaba que el había salido a descubrir el mundo y quería probar de el incluso el barro de las experiencias mas horrendas, pues esa era la única forma de vivir la vida, el nombre de éste era Martín. Continúo la charla un rato más y cada uno contó de las experiencias vividas en sus viajes. Una cosa se notaba que por más que eran amigos y habían compartido los últimos tramos del viaje, Martín no lograba comprender cómo su compañero no quería probar cada una de las cosas, a menos que estas lo condujeran de vuelta a casa, pensaba sinceramente que se estaba perdiendo de grandes oportunidades.
Luego de que se fueran a acostar me quedé frente a la chimenea meditando: Ambos eran tan distintos y sin embargo ambos eran viajeros ¿qué era aquello que los distinguía ? La respuesta vino a mí al son de las palabras de cada uno; uno era un caminante y otro era un turista. Y mientras a Martín no le interesaba llegar a ningún lugar sino tan solo experimentar, conocer, viajar, a John lo único que le importaba ,al fin y al cabo, era llegar a casa, y cada una de las cosas las vivía, las disfrutaba o las padecía por esa única y anhelada meta. Entonces vi que en cierto sentido todas las personas se podrían encontrar reflejadas en estas dos categorías. Por un lado tenemos a los turistas gente que no esta demasiado tiempo en ningún lugar, pues quiere probar las todas las cosas, sin tener ninguna meta en particular más que la misma experiencia y siempre de tan ansiosa por probar vive desconforme con el presente que le toca jugar. Y por otro tenemos a los viajeros gente que desea conocer la vida siempre y cuando cada una de las experiencias de su viaje lo conduzcan de vuelta a casa, estos viven animados por la fe en aquella meta, aunque estén muy lejos de aquella, pues el anhelo del Hogar es lo que los ilumina con su cálida Luz en cada una de sus pruebas, alegrías y tristezas.