jueves, 24 de diciembre de 2009

En el Portal de Belen...


Era una noche preciosa, el cielo azul del desierto iluminado por la luna y las estrellas, Raquel había estado soñando despierta en aquella parte del Jardín de Dios que está muy cercana a Belén. Desde hacia años que su familia vivía allí, casi dos generaciones de escribas y maestros de la ley que se sentaban cada día a contemplar las escrituras en la puerta de la sinagoga mirando al este hacia arriba donde estaba la bella Jerusalén.

Raquel sabía que este era un tiempo especial; su abuelo Efraín le había hablado desde que era niña de la venida del Mesías, de la venida del Salvador, de la venida de Dios a habitar entre los suyos. A pesar de ser una niña su abuelo la sentaba en su falda y le relataba las escrituras, comentándole las profecías. Ya hacían 8 meses que el abuelo Efraín se había ido al seno de Abraham, pero sus últimas palabras a la niña fueron de alegría y felicidad:

-Ya está cerca, el Emmanuel está cerca, estate atenta mi pequeña ya está cerca.

Raquel había quedado con esa promesa de las últimas palabras del abuelo guardada en el corazón y esa noche mientras los mayores discutían una y otra vez sobre la corrección de los manuscritos y de si era moral o no cumplir tal o cual cantidad de preceptos, los oídos de Raquel resonaban una y otra vez con las palabras del Abuelo Efraín…

En ese instante en la noche brilló una gran Luz

"No teman, les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías el Señor, en la ciudad de David. Esto tendrán por señal: Encontrarán un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre."

Al instante Raquel saltó de su cama e intentó comunicar la buena noticia a la casa, el Abuelo Efraín ya no estaba, pero Papá Moisés tenía que ir…

-Papá la Luz, el Ángel, en el establo, arriba en la gruta, Papá el Mesías- articuló Raquel en medio de la excitación, pero papá no la escuchó… qué iba a saber una pequeña niña de la Escrituras, y menos que menos, ¿qué podría ella que era mujer entender, si era un ángel que se le aparecía o no un sueño? Así que le respondió:

- Después bonita, ahora papi esta hablando con los grandes cosas importantes de la ley. Ve a dormir y mañana hablamos- así dejo a su pequeña para que se fuera a dormir o al menos eso era lo que él creía…

Pero Raquel simplemente no podía irse a dormir no después de la noticia, tenía que ir a ver…

Escabulléndose suavemente hasta la puerta emprendió paso firme hacia la dirección que apuntaba la estrella en la cual se había convertido la Luz del Ángel.

Al llegar al portal del establo encontró al Niño frente al cual ella se arrodilló al verle la carita y los ojos llenos de eterna Ternura, su corazón se conmovió hasta el extremo… su vida invadida por la Alegría de aquella buena noticia ya no volvería a ser la misma… había descubierto en aquél pesebre el Emmanuel...

Treinta años después Aquél niño convertido en Hombre dirá:

"Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños"

Esa noche la más pequeña y simple de la casa había visto al anhelo del corazón de Israel... mientras los grandes discutían juntos entorno a formas escritas en un pedazo de papel sin ver que el verdadero Milagro que les daba sentido a aquella formas era aquél Niño que acababa de Nacer. Que esta Navidad podamos hacer un pequeño pesebre en nuestro corazón dejándonos iluminar por el Misterio maravilloso de la Encarnación de Dios.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Amistad


Luego de la propuesta que hiciera Ruth intenté escribir algo acerca de la amistad, no sé si lo he conseguido, hay temas que son una especie de marca en nuestro corazón, algo así como la cojera de House y por eso uno duda si podrá escribir bien sobre ellos. La marca yace ahí al lado de la pregunta: ¿Cuánto de soledad y cuánto de amistad son la medida justa? o ¿ hay una amistad que ayuda a la soledad y como la canción de Arjona reza "Acompáñame a estar solo"? Creo que una posible respuesta se encuentra en esto que se escriviera Simone Weil a sí misma a la edad de 25 años:
"No te olvides nunca que tenés el mundo entero, la vida entera también delante tuyo... Que la vida para vos puede y debe ser más real, más llena y gozosa de cuanto quizás no lo ha sido para ningún ser humano... No la mutiles por anticipado, con una renuncia cualquiera. No te dejes impresionar por ningún afecto. Preserva tu soledad. El día vendrá, si es que llega, que una verdadera amistad te será concedida, y en ella no existirá la oposición entre la soledad interior y la amistad; es más es de esté signo infalible que la reconocerás"
Y sí la respuesta es que la amistad como vivencia y visión de la Verdad y del Bien en sus distintos aspectos, lleva a la persona a dar y a replegarse en un mutuo crecimiento. Son los reales amigos los que con cariño y afecto nos plantean las grandes cuestiones, y no me refiero sólo a lo moral (porque concuerdo con Jack eso es una interrupción en la amistad) sino a las grandes cuestiones contemplativas de a vida; "¿El mundo es creado o ha estado ahí desde siempre?" Recuerdo que charlábamos una vuelta con Athena y en nuestra charla el alma de cada una se conectaba con la otra y a su vez crecía más en sí misma, compartiendo interrogantes que luego cada una se plantearía en la soledad de su morada.
La verdadera amistad conlleva en sí la marca de la difusividad del Bien realizando un movimiento análogo al del acenso y descenso del alma por la belleza. Las almas hermanadas por la amistad comparten entre ellas y luego se elevan en la soledad a la Comunión del máximo Banquete a la amistad con Él. Todas las amistades realizan este movimiento ya que participan de aquél camino de la belleza que hace crecer las alas del alma; camino que sólo personalmente se ha de realizar pero que solo no se puede comenzar y avanzar.