viernes, 24 de diciembre de 2010

Adestes Fideles


Hoy es Nochebuena en el Jardín, y una hermana que raramente nos visita, nos dice en un susurro emocionado:
"Precisamente cuando al anochecer se enciende el árbol de Navidad y comienza el intercambio de regalos, un ansia todavía insatisfecha nos impulsa hacia afuera, hacia el resplandor de otra luz, hasta que las campanas tocan a la Misa y el misterio de la Nochebuena se renueva sobre los altares cubiertos de flores y de luces: "¡Y el verbo se hizo carne!" (Jn 1, 14) Esa es la hora de la plenitud"

martes, 7 de diciembre de 2010

Agnus Dei qui tollis pecata mundi


Hoy en la capilla del Jardín mientras contemplaba al sacerdote elevar la hostia, recordé dos cosas:
Tollo en latín no sólo significa llevar, sino que además significa, quitar... recordemos el famoso Modus Tollendo Tollens de la lógica, negando, quitando, niego.Esto me llevó a recordar el siguiente fragmento de Simone, querida y vieja amiga: "La convención de la Eucaristía o cualquier otra análoga es indispensable al hombre; la presencia de la pureza perfecta le es indispensable. Pues el hombre no puede dirigir la plenitud de su atención sino a una cosa sensible. Y a veces tiene necesidad de dirigir su atención a la pureza perfecta. Solo este acto puede permitirle, por una operación de transferencia, destruir la parte del el mal que hay en él. Por eso la hostia es realmente el Cordero de Dios que quita los pecados. (...)
Sólo la pureza perfecta no puede ser manchada. Si en el momento que el alma está invadida por el mal la atención se dirige hacia una cosa perfectamente pura le transfiere una parte del mal sin alterarla. Tampoco le devuelve mal. Así cada minuto de atención semejante destruye realmente una parte del mal" Es así que comprendí que sólo en la mirada hacia él es que nuestra alma puede ser sanada, en atención perseverante y paciente hacia el medico de las almas, que lleva sobre sí y quita el mal que aqueja nuestra alma, por ello Él dice: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera»
Sólo aquél que ha creado nuestra alma es Aquél que cargando sobre sí nuestra falla puede remediarla dándose a sí.