Hoy paseo caminando, por las habitaciones de Misselthwaite al dulce Calor de hogar de cada una de ellas, en cada una vive una parte del corazón, pues cada una de ellas guarda un afecto. Paso por la habitación de Ruth de donde viene el son de una música dulce y el resplandor de una luz apacible. Luego paso por la habitación de Athena de donde sale un rico perfume a té de frutilla que recuerda a su corazón grande y su mente abierta. Mientras paso recuerdo los buenos momentos, el tiempo compartido en pruebas y alegrías, y descubro el tesoro que antes creía que no poseía. Y mientras todo esto sucede el recuerdo de la siguiente escena viene a mi mente :
Cuatro amigos reunidos frente al fuego, al calor del hogar, tres de ellos ansiosos por poder al cuarto ayudar, pues comprenden que su carga es pesada y que solo no ha de estar. Por ello cuando los recuerdo pienso que aquí se refleja la verdadera amistad.
"-Ahora saldrá la verdad a luz -murmuró Pippin a Merry y Merry asintió.
-¡Bien! -dijo Frodo al fin, enderezándose en la silla, como si hubiese tomado
una decisión-. No puedo mantenerlo en secreto por más tiempo. Tengo que
deciros algo, a todos vosotros. Pero no sé cómo empezar.
-Creo que yo podría ayudarte contándote una parte de la historia -dijo Merry
con calma.
-¿Qué quieres decir? -preguntó Frodo, echándole una mirada inquieta.
-Sólo esto, mi viejo y querido Frodo: te sientes desdichado porque no sabes decir adiós. Querías dejar la Comarca, por supuesto; pero el peligro te alcanzó más pronto de lo que esperabas y ahora has decidido partir inmediatamente. Y no tienes ganas. Lo sentimos mucho por ti. Frodo abrió la boca y la volvió a cerrar. La expresión de sorpresa era tan cómica que los otros se echaron a reír.
-¡Querido viejo Frodo! -dijo Pippin-. ¿Realmente pensaste que nos habías echado tierra a los ojos? ¡No tomaste las precauciones necesarias, ni fuiste bastante inteligente! Todo este año, desde el mes de abril, estuviste planeando la partida y despidiéndote de los sitios queridos. Te hemos oído murmurar constantemente: «No sé si volveré a ver el valle otra vez», y cosas parecidas.¡Y pretender que se te había acabado el dinero, y venderles tu querido Bolsón Cerrado a los Sacovilla-Bolsón Y esos conciliábulos con Gandalf.
-¡Cielos! - dijo Frodo -. Y yo que creía haber sido tan cuidadoso y astuto. No sé qué diría Gandalf. ¿Entonces toda la Comarca discute mi partida?
-¡Oh, no! -dijo Merry-. ¡No te preocupes! El secreto no se mantendrá mucho tiempo, claro está, pero por ahora sólo lo conocemos nosotros, creo, los conspiradores. Al fin y al cabo no olvides que te conocemos bien y pasamos largas jornadas contigo. No nos cuesta mucho imaginar lo que piensas. Yo conocía a Bilbo también. A decir verdad, te he estado observando de cerca desde la partida de Bilbo. Pensé que lo seguirías, tarde o temprano, aunque esperaba que lo harías antes y en los últimos tiempos estuvimos muy preocupados. Nos aterrorizaba la idea de que nos dejaras de pronto y partieras bruscamente, solo, lo mismo que Bilbo. Desde esta primavera mantuvimos siempre los ojos bien abiertos y elaboramos nuestros propios planes. ¡No te escaparás con tanta facilidad!
-Pero es necesario que parta -dijo Frodo-. Nada puede hacerse, mis queridos amigos. Es una desdicha para todos nosotros, pero es inútil que tratéis de retenerme. Ya que habéis adivinado tantas cosas, ¡por favor, ayudadme y no me pongáis obstáculos!
-¡No entiendes! -dijo Pippin-. Tienes que partir y por lo tanto nosotros también. Merry y yo iremos contigo. Sam es un sujeto excelente. Saltaría a la boca de un dragón para salvarte si no tropezara con sus propios pies, pero necesitarás más de un compañero en tu peligrosa aventura.
-¡Mis queridos y bienamados hobbits! -dijo Frodo, profundamente conmovido-. No podría permitirlo. Lo decidí también hace tiempo. Habláis de peligro, pero no entendéis. No se trata de la búsqueda de un tesoro, ni de un viaje de ida y vuelta. Iré de peligro mortal en peligro mortal.
-Por supuesto que entendemos -afirmó Merry-. Por eso hemos decidido venir. Sabemos que el Anillo no es cosa de broma, pero haremos lo que podamos para ayudarte contra el enemigo.
-¡Bien! -dijo Frodo al fin, enderezándose en la silla, como si hubiese tomado
una decisión-. No puedo mantenerlo en secreto por más tiempo. Tengo que
deciros algo, a todos vosotros. Pero no sé cómo empezar.
-Creo que yo podría ayudarte contándote una parte de la historia -dijo Merry
con calma.
-¿Qué quieres decir? -preguntó Frodo, echándole una mirada inquieta.
-Sólo esto, mi viejo y querido Frodo: te sientes desdichado porque no sabes decir adiós. Querías dejar la Comarca, por supuesto; pero el peligro te alcanzó más pronto de lo que esperabas y ahora has decidido partir inmediatamente. Y no tienes ganas. Lo sentimos mucho por ti. Frodo abrió la boca y la volvió a cerrar. La expresión de sorpresa era tan cómica que los otros se echaron a reír.
-¡Querido viejo Frodo! -dijo Pippin-. ¿Realmente pensaste que nos habías echado tierra a los ojos? ¡No tomaste las precauciones necesarias, ni fuiste bastante inteligente! Todo este año, desde el mes de abril, estuviste planeando la partida y despidiéndote de los sitios queridos. Te hemos oído murmurar constantemente: «No sé si volveré a ver el valle otra vez», y cosas parecidas.¡Y pretender que se te había acabado el dinero, y venderles tu querido Bolsón Cerrado a los Sacovilla-Bolsón Y esos conciliábulos con Gandalf.
-¡Cielos! - dijo Frodo -. Y yo que creía haber sido tan cuidadoso y astuto. No sé qué diría Gandalf. ¿Entonces toda la Comarca discute mi partida?
-¡Oh, no! -dijo Merry-. ¡No te preocupes! El secreto no se mantendrá mucho tiempo, claro está, pero por ahora sólo lo conocemos nosotros, creo, los conspiradores. Al fin y al cabo no olvides que te conocemos bien y pasamos largas jornadas contigo. No nos cuesta mucho imaginar lo que piensas. Yo conocía a Bilbo también. A decir verdad, te he estado observando de cerca desde la partida de Bilbo. Pensé que lo seguirías, tarde o temprano, aunque esperaba que lo harías antes y en los últimos tiempos estuvimos muy preocupados. Nos aterrorizaba la idea de que nos dejaras de pronto y partieras bruscamente, solo, lo mismo que Bilbo. Desde esta primavera mantuvimos siempre los ojos bien abiertos y elaboramos nuestros propios planes. ¡No te escaparás con tanta facilidad!
-Pero es necesario que parta -dijo Frodo-. Nada puede hacerse, mis queridos amigos. Es una desdicha para todos nosotros, pero es inútil que tratéis de retenerme. Ya que habéis adivinado tantas cosas, ¡por favor, ayudadme y no me pongáis obstáculos!
-¡No entiendes! -dijo Pippin-. Tienes que partir y por lo tanto nosotros también. Merry y yo iremos contigo. Sam es un sujeto excelente. Saltaría a la boca de un dragón para salvarte si no tropezara con sus propios pies, pero necesitarás más de un compañero en tu peligrosa aventura.
-¡Mis queridos y bienamados hobbits! -dijo Frodo, profundamente conmovido-. No podría permitirlo. Lo decidí también hace tiempo. Habláis de peligro, pero no entendéis. No se trata de la búsqueda de un tesoro, ni de un viaje de ida y vuelta. Iré de peligro mortal en peligro mortal.
-Por supuesto que entendemos -afirmó Merry-. Por eso hemos decidido venir. Sabemos que el Anillo no es cosa de broma, pero haremos lo que podamos para ayudarte contra el enemigo.
(...)
-Pero parece que no puedo confiar en nadie -dijo Frodo.
Sam lo miró tristemente.
Sam lo miró tristemente.
-Todo depende de lo que quieras -Intervino Merry-. Puedes confiar en que te seguiremos en las buenas y en las malas hasta el fin, por amargo que sea, y en que guardaremos cualquier secreto, mejor que tú. Pero no creas que te dejaremos afrontar solo las dificultades, o partir sin una palabra. Somos tus amigos, Frodo. De cualquier modo, el caso es claro. Sabemos casi todo lo que te dijo Gandalf. Sabemos muchas cosas del Anillo. Estamos terriblemente asustados, pero iremos contigo, o te seguiremos como sabuesos.
-Y después de todo, señor -agregó Sam -, tendría que seguir el consejo de los elfos. Gildor le dijo que llevase voluntarios que lo acompañaran, no lo puede negar.
-No lo niego -dijo Frodo, mirando a Sam, que ahora sonreía satisfecho-. No lo niego, pero ya nunca creeré que duermes, ronques o no. Para asegurarme, te patearé con fuerza. ¡Sois un par de pillos solapados! -dijo, volviéndose a los otros-. ¡Pero que el cielo os bendiga! -rió levantándose y agitando los brazos-.Acepto; seguiré el consejo de Gildor. Si el peligro fuera menos sombrío,bailaría de alegría. Sin embargo, no puedo evitar sentirme feliz, más feliz de lo
que me he sentido en mucho tiempo. La perspectiva de esta noche me aterraba."
-Y después de todo, señor -agregó Sam -, tendría que seguir el consejo de los elfos. Gildor le dijo que llevase voluntarios que lo acompañaran, no lo puede negar.
-No lo niego -dijo Frodo, mirando a Sam, que ahora sonreía satisfecho-. No lo niego, pero ya nunca creeré que duermes, ronques o no. Para asegurarme, te patearé con fuerza. ¡Sois un par de pillos solapados! -dijo, volviéndose a los otros-. ¡Pero que el cielo os bendiga! -rió levantándose y agitando los brazos-.Acepto; seguiré el consejo de Gildor. Si el peligro fuera menos sombrío,bailaría de alegría. Sin embargo, no puedo evitar sentirme feliz, más feliz de lo
que me he sentido en mucho tiempo. La perspectiva de esta noche me aterraba."
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Fragmento de: J.R.R. Tolkien "El Señor e los Anillos" Libro I "La comunidad del Anillo" Minotauro, Barcelona, 1999, pp.142-145
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