
Era una noche preciosa, el cielo azul del desierto iluminado por la luna y las estrellas, Raquel había estado soñando despierta en aquella parte del Jardín de Dios que está muy cercana a Belén. Desde hacia años que su familia vivía allí, casi dos generaciones de escribas y maestros de la ley que se sentaban cada día a contemplar las escrituras en la puerta de la sinagoga mirando al este hacia arriba donde estaba la bella Jerusalén.
Raquel sabía que este era un tiempo especial; su abuelo Efraín le había hablado desde que era niña de la venida del Mesías, de la venida del Salvador, de la venida de Dios a habitar entre los suyos. A pesar de ser una niña su abuelo la sentaba en su falda y le relataba las escrituras, comentándole las profecías. Ya hacían 8 meses que el abuelo Efraín se había ido al seno de Abraham, pero sus últimas palabras a la niña fueron de alegría y felicidad:
-Ya está cerca, el Emmanuel está cerca, estate atenta mi pequeña ya está cerca.
Raquel había quedado con esa promesa de las últimas palabras del abuelo guardada en el corazón y esa noche mientras los mayores discutían una y otra vez sobre la corrección de los manuscritos y de si era moral o no cumplir tal o cual cantidad de preceptos, los oídos de Raquel resonaban una y otra vez con las palabras del Abuelo Efraín…
En ese instante en la noche brilló una gran Luz
"No teman, les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías el Señor, en la ciudad de David. Esto tendrán por señal: Encontrarán un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre."
Al instante Raquel saltó de su cama e intentó comunicar la buena noticia a la casa, el Abuelo Efraín ya no estaba, pero Papá Moisés tenía que ir…
-Papá
- Después bonita, ahora papi esta hablando con los grandes cosas importantes de la ley. Ve a dormir y mañana hablamos- así dejo a su pequeña para que se fuera a dormir o al menos eso era lo que él creía…
Pero Raquel simplemente no podía irse a dormir no después de la noticia, tenía que ir a ver…
Escabulléndose suavemente hasta la puerta emprendió paso firme hacia la dirección que apuntaba la estrella en la cual se había convertido
Al llegar al portal del establo encontró al Niño frente al cual ella se arrodilló al verle la carita y los ojos llenos de eterna Ternura, su corazón se conmovió hasta el extremo… su vida invadida por
Treinta años después Aquél niño convertido en Hombre dirá:
Esa noche la más pequeña y simple de la casa había visto al anhelo del corazón de Israel... mientras los grandes discutían juntos entorno a formas escritas en un pedazo de papel sin ver que el verdadero Milagro que les daba sentido a aquella formas era aquél Niño que acababa de Nacer. Que esta Navidad podamos hacer un pequeño pesebre en nuestro corazón dejándonos iluminar por el Misterio maravilloso de la Encarnación de Dios.