sábado, 25 de julio de 2009

Y Kant tenía Razón



"Y sí, Kant tenía razón...- dijo concluyendo la profesora en medio de la clase bulliciosa. En seguida, los desprolijos alumnos como tocados en una parte de su corazón tradicional, que sólo recordaban cuando algo se salía de lugar, se callaron. Algo debían haber oído mal. En seguida el amigo de todos a la hora de los apuntes, Juan De Dos Apellidos (sí error de inmigraciones), dijo:
-Disculpe profesora, creo que anoté "Y sí, Kant tenía razón..." creo que escuche mal... ¿puede usted repetir?- dijo muy educadamente nuestro aplicado Juan De Dos Apellidos.
-Sí ciertamente, estaba diciendo que después de todo Kant tenía razón...- no terminó esta frase cuando el querido líder sindical del grupo, Santiago Hablador (no se quejen con la cronista los apellidos son puro producto de la oficina de Inmigraciones) dijo:
-No, no, no, Kant no puede tener razón justamente porque es Kant, su nombre incluye el concepto mismo del no poder, "Kant" en lengua sajona es la negación del verbo "Kann" poder...-Antes de que don Hablador terminara la profesora soltó una gran carcajada desde el corazón:
-Usted, señor Hablador, habla mucho y piensa poco, haga el favor de sentarse y escuchar que para eso viene a clase, que no se nace sabiendo- dijo con ojos serios que ocultaban un poco de risa e ironía.
Así Santiago con el orgullo herido se sentó y dispuso sus oídos aunque no su corazón a escuchar.
De este modo la profesora continuó:
- Kant después de todo, sí descubrió algo, y esto es el poder del desenfoque, las cosas no deben hacerse por un interés personal, la peor forma de ser humilde, es ser humilde porque así Dios lo exaltará a uno; ven, aquí tenemos un problema de enfoque, no es uno mismo por el cual se desarrolla una virtud.
Sí, a mi no me vengan con esas ñoñadas de los valores porque la humildad es una virtud y no un valor, ¡caramba!- dijo la profesora con su inconfundible acento porteño viejo que hacia recordar a sus cultos alumnos a la Flor del Abasto.
-Ay no entiendo nada pero Kant está genial-dijo Lucrecia saltando desde atrás con su típica colgadura.
-Se equivoca señorita Despiste- Estos de inmigraciones ni un corno de húngaro sabían-, por más que usted no lo entienda Kant no está genial-dijo la profesora Diana Luna entrando desde atrás, a la clase de su vieja amiga- Me parece querida profesora, que usted me esta confundiendo los tantos así como confundía la “v” con la “b” cuando le enseñaba italiano.
-Explíquese colega- dijo la profesora con una sonrisa, y procedió a dejarle a su amiga la cátedra.
-Verá, usted habla del desenfoque que es una muy buena idea, pero ésta no se le ocurrió a Kant, su amigo, o como usted solía llamarlo "Rey de Bajotierra" sino es algo que se sabe y a la vez no se sabe desde hace mucho, es algo que a usted le gustaba mucho, es una paradoja. Kant llego a la parte de no centrar la virtud en un interés egoísta, el problema es que el buen hombre, si señor Hablador, buen hombre, le erró al pensar que todo interés, que toda intención que toda moción de la voluntad era egoísta, Quiso encerrar la paradoja y se le escapó. En verdad uno es humilde no porque así Dios lo va a exaltar sino que se es humilde porque se conoce la condición de uno como creatura frente al Creador- dijo la profesora Luna mientras se sentaba prolijamente y acomodaba su larga pollera marrón.
-Bueno ese es el punto al que quería llegar mi querida Luna. No podemos llegar a la virtud si no desenfocamos la mirada de nuestro propio ser. La Virtud es el medio pero se logra cuando no se la está buscando por ella misma, sino como medio para alcanzar el fin que a ella le corresponde. Y sí en esto me opongo a Kant, y sí Kant se equivoca, esta vez hoyo correctamente señor De Dos Apellidos, al pensar que toda virtud se hace por fines egoístas o egocéntricos. Por ejemplo la Caridad o amor de Dios, Al cual se debe amar, por sí mismo, pero no para. Pues gran chasco se llevará quien intente amar a Dios para llegar al Paraíso, porque Dios es el Paraíso, y no el medio para llegar allí. Gran chasco se llevará quien intente ser humilde porque Dios ha exaltado a los humildes, porque al esperar la exaltación ya perdió la humildad. Y gran chasco se llevará la novia que sólo se guardó para poderse casar y después gozar porque ya perdió su virginidad aún antes de empezar a noviar. Verán, las cosas importantes se pierden cuando las perseguimos locamente por nosotros mismos y vuelven a aparecer cuando las dejamos de perseguir y desenfocamos la mirada de nuestra necesidad- dijo la Profesora.
-Es cierto Doña Maria, y como Doña Minerva una vez dijo citando las leyes de Murphy las cosas que buscabas aparecen cuando estas buscando otras que no aparecen."
Aquí se corta el resto de la hoja que encontré en el cuaderno de la Omma en su vieja habitación vacía frente al lago en Misselthwaite.

10 comentarios:

Daisy dijo...

Mary, muy cierto. Me recuerda unos versos que leí hace un tiempo, y que abajo agrego. Pero una cuestión, ¿queda algún matiz de paradojal "egoísmo" en el obrar lícito del hombre? Me refiero, por ejemplo, en cuanto a la intención que pueda tener de ser feliz siendo bueno. Porque alguna vez se me ocurrió estar de acuerdo con Kant en cuanto acerca de la rectitud (aunque sea aparente) del obrar el deber por el deber mismo, estar de acuerdo al menos cuando fuera difícil hallar una motivación más alta, como la caridad. Después de todo esa especie de "inmolación" por el deber puede aparentar más noble que la búsqueda del bien propio de la felicidad... Pero alguna falacia hay aquí.
Daisy

P.D.: Ruth, me pareció ver una hormiguita caminando por esta clase de filosofía... :-)

"«¿Quién es aquél que será
De nosotros el mayor,
El que más cerca estará
Del Maestro, del Señor?»

Esto es lo que preocupaba
A los Apóstoles cuando
Ante ellos Se humillaba
JesuCristo, Que es Dios Santo...

Sabed bien que el que es humilde
Es quien por nada se tiene
Y en Caridad tan sublime
En su ser él sólo teme
No amar a Quien lo redime.

Pero mirad qué cosa seria
Es aquésta, escuchad:
El desear por vil soberbia
La más sublime humildad
Por tener tal excelencia."

Mary Lennox dijo...

Querida Daisy:
Sí, hay un error de calculo en lo material y no en lo formal del pensamiento, cosa que sucede muy a menudo cuando uno se enfrenta a idealistas y/o racionalistas, los vagos (como dirían en mi querido Paraná) Razonan muy bien. El problema es el siguiente, tenés que empezar a distinguir las siguientes cuestiones:
1) La felicidad es resultado de la búsqueda del Bien.
2)El Bien es el fin último del hombre y no la felicidad.
Ahora bien,El tener un interés no es algo egoísta, sino algo natural, pues tener un interés significa tener un fin. Habrá que ver cuál es el fin, cuales son los medios etc... para que el obrar sea moralmente bueno.
Ahora sobre el tema del deber por el deber es otro el planteo, el problema que se genera, es que el obrar es vacío, despojado de amor, meramente formal, por ende sin interés por ende antinatural. San Agustín decía que donde esta tu corazón esta tu tesoro, y si tu tesoro esta en el deber solamente no esta en el lugar adecuado, porque el deber es solo un medio, lo que me dice si algo es adecuado o no y no es el fin. Que el corazón este en el deber es lo que hace al corazón de piedra, es lo que aleja al corazón de la gracia misma. Ya que estas poniendo la motivación en el medio y no en el fin.
Espero haber sido clara sino invito a gente más docta a hablar quizás del Athos me puedan ayudar, aunque no se si del monte alguna vez al Jardín se bajó. Bienvenido Natalio si me quiere desenredar
Saludos
Mary

Mary Lennox dijo...

¡¡A proposito muy buenos los versos!!
Mary

Natalio Ruiz dijo...

Venía justo a meter cuchara cuando veo que me invitaban "ad hoc".

En primer lugar, sobre la gratuidad del amor "que salva" y lo depojado o desinteresado del amor al prójimo le recomiendo unas bellas páginas del libro que comentábamos el otro día: El caso auténtico.

Partiendo de ello creo que hay que empezar a "desmadejar" un poco el asunto.

Creo que una cosa son las virtudes meramente humanas y otra las sobrenaturales. Y la diferencia entre ambas, desde el punto de vista de su orígen, es esencial unas son donadas y otras adquiridas.

En las sobrenaturales, el querer adquirirlas por y para mí me alejarán inevitablemente. Pero la razón es sencilla, las busco donde no están.

En las humanas, en cambio, debo buscarlas (aunque en la enredadera de medios y fines nunca serán un fin en sí) y adquirirlas por mí y queriendo adquirirlas.

La justicia (o cualquiera de las otras cardinales) sólo la adquiero buscando la justicia. Es más, Aristóteles en la Ética nos explica que para alcanzar el término medio virtuoso debemos observar cuál sea nuestra inclinación y "sobreactuar" para el lado contrario. Ej. si tiendo a ser avaro debo tender a la prodigalidad en busca de la justicia.

Y esto es porque las virtudes humanas se adquieren por repetición de actos (que debemos buscar y ejercitar), lo que no sucede en las teologales que nos son dadas (más allá de la predisposición y búsqueda que uno ponga).

Luego todo entra en la batidora de fines y medios y temas más complejos como la distinción de la justicia, por ej., en la cual se puede alcanzar su objeto sin que exista virtud, lo cual no sucede en las otras. Es decir, se pueden realizar actos de justicia buscando la injusticia. Etc. Pero esto ya es muy largo.

En cualquier caso, seguimos afinando según ud. ordene o impugne.

Respetos desinteresados.

Natalio

Daisy dijo...

Gracias, Natalio, por la distinción entre la recepción de las virtudes sobrenaturales y la adquisición de las naturales. Con ello se refiere a los actos realizados para adquirirlas, pero, como soy de natural rebuscado, y esto Mary ya lo sabe, lo que tiendo a descifrar primero es la intención del hombre al realizar tales actos, e incluso el propósito por el que desea tener las virtudes (aún las sobrenaturales), y después retomaré lo suyo: ahora tengo tres de esos propósitos en mente, que son el procurar el bien de los demás porque ellos disfruten de ese bien (no sé si la caridad tiene definición, y el que sepa explicarla mejor haga el favor de hacerlo), el que busca hacer el bien porque así debe ser (una especie de “justicia” demacrada, mal entendida), y el que busca hacer el bien “por tener tal excelencia” (simplemente, soberbia). Así, podemos tener tres personas que hagan el mismo acto de salvar a un ahogado, pero el primero se olvidará de sí y correrá a salvar la vida del otro sin calcular costo (como el Buen Samaritano), un kantiano iría a salvarlo porque así debe ser u otro parecido pero más imperfecto lo hará para no cargar con la culpa de no hacerlo (éste comenzará a medir si realmente él debe hacerlo o no, etc., etc.). En fin, otro más correrá a sacar al pobre ahogando del agua pero para después correr a escribir en su lista de “actos buenos”: “Hoy he avanzado en la perfección salvando a un hombre que se estaba por ahogar. Mañana espero encontrar varios más, así voy sumando puntos.”…
Ahora, Mary, me queda otra cuestión: el que no tiene esa caridad y esa “bondad natural del rostro y el gesto” (que no tiene porqué ser “innata”, pero sí que se asiente tanto en la persona que le transforme el semblante), ¿qué salida tiene para no caer en las deformaciones del buen obrar? Y peor si en él bullen sentimientos de malicia... Porque no es cuestión que quien ande pobre en caridad renuncie a realizar actos buenos. Tal vez aquí, Natalio, sea donde retomo su cuestión de cómo adquirir las virtudes naturales por la repetición de los actos, mas…después aún queda un salto. ¿Cómo darlo?
Perdón por lo extenso y espero respuestas,
Daisy

Natalio Ruiz dijo...

Hola Daisy! Un verdadero gusto. Espero no meter la pata ;-) Cuac (disculpe pero la paternidad de niñas pequeñas ocupa gran parte del pensamiento con personajes de Disney...).

Un poco más en serio.

Lo que distinguía respecto del orígen era, justamente, para calibrar la intencionalidad del acto virtuoso.

Vamos en general de las virtudes y después distinguimos entre las cardinales y las teologales.

En general, el acto virtuoso impide otra intencionalidad que no sea la virtuosa (gratuita). El único caso (por eso lo separé) que permite un acto virtuoso (por ser el acto propio mas no por la intención) sin intención es la justicia, que permite que existan actos justos sin intención virtuosa. A lo que aludía con esto es a que la virtud, como tal, no tiene otra intencionalidad que no sea la virtuosa. El ejemplo que ud. pone de la parábola del samaritano analisa la "intencionalidad" del acto, no de la virtud. Y esto no es menor porque, justamente (y de aquí pasamos a distinguirlas por su origen), la virtud en cuanto tal puede (y debe) ser buscada en el caso de las cardinales.

En el caso de las teologales no (por su origen). Ud. pregunta por la caridad y la podemos utilizar como ejemplo. La Caridad es el Amor a Dios genéricamente, pero más espcíficamente, es el Amor "de" Dios. Es el "ámense"..... "como Yo los he amado". Es el amar como ama Dios. Y por eso el mandato no es a amar al prójimo sino amar a Dios "y" al prójimo "por amor a Dios".

Ahora si la Caridad es el Amor de Dios, es evidente que sólo lo podemos adquirir como Don, como Gracia, no lo podemos adquirir por nosotros mismos. Si ello es así, luego no puede existir otra intención en el acto virtuoso que la intención virtuosa o gratuita.

Y a esto apuntaba en definitiva. Y es que el acto caritativo propio sólo nos puede ser "dado", recibido. Uno no elige en concreto lo caritativo, uno elige dejar actuar la Gracia o no... La caridad, en su versión humana o desencajada de Dios, apunta siempre a un egoísmo y gravita hacia abajo.

¿Logro explicar a lo que apunto?

Mis saludos para Donald.

Respetos.

Natalio

Mary Lennox dijo...

Dasy te voy a responder a lo Kierkegaard, la salida es la gracia el salto es la fe. Pero en línea con lo que ya te escribió Natalio te puedo decir que el obrar virtuoso conlleva en el la intensión virtuosa "Bonum est integra causa" Lo bueno de la acción es toda la acción sino no es buena. O sea que el que salvo al que se estaba ahogando tan solo porque debia o para quedar bien no realizó una acción buena o virtuosa. Ahora bien, ¿a eso hombre que actuó así le queda esperanza? Sí cierto porque para Dios nada es imposible y donde la naturaleza se inclina a lo concuspisible es la gracia de Dios la que la supone, la cura y la perfecciona. Ahora sí ese hombre tiene que quererlo.
Saludos
Mary

Daisy dijo...

Por un momento quedo enredada en el hilo de mi discurso. Cuando me siente a poner en orden mi pensamiento, vuelvo. Entre tanto, retribuyo mis saludos a Natalio, y aclaro que mi nombre, por lo que entendí, no tiene que ver con Disneylandia...así son los nombres de Mary, que parecen referirse a una cosa pero son otra, así como alguno se haya visto por un momento engañado por su nombre pensando que hacía referencia a gnosticismo u otros escarpados y peligrosos acantilados, posibilidad en que ella nunca había pensado. Cuestión "De nominibus quos nobis dat Maria"...
Daisy

Daisy dijo...

Si no me equivoco, el caso del buen hombre por amor al prójimo salva a otro de ahogarse puede darse en el orden de la naturaleza humana, en un acto de filantropía, la cual no llega a ser caridad –el orden sobrenatural se lo dejo a Mary, a Natalio, al Athonita, si quieren-. Y entonces, ¿en qué radica la diferencia entre nuestros dos hombres, el que obra buscando el bien del otro y el que lo hace por mero cumplimiento del deber? Leyendo unos capítulos de un libro del Card. Newman, Grammar of Assent, sin buscarlo (viene al caso, ¿no?, ja), en medio de la noche me avino esto: tal vez la diferencia radique en que éste basa sus actos en un asentimiento (tomo conceptos de Newman) de su mente hacia una proposición de orden abstracto (“la muerte de un ser humano debe ser evitada”), mientras que aquél profundiza esa afirmación general en el asentimiento de una proposición que se refiere a algo concreto-real (“mi hermano debe ser salvado ahora”). No quiero decir que el asentimiento hace a la voluntad ser buena, pero sí que la voluntad de hacer el bien se perfecciona por la fuerza del asentimiento, y el asentimiento, como dice el Cardenal, es más fuerte cuando es respecto de algo real.
Y cuando vuelvo a acordarme del idealismo de Kant, todo coincide: el mero deber ser tomado como razón del buen obrar (¿se llama imperativo categórico?) y su encierro en el mundo de las abstractas ideas.
Más allá de esto, para el “salto” que no podemos dar por nosotros mismos –que me parece que debido al pecado original esto se extiende incluso al orden natural, pues es difícil incluso ser como el filántropo-, coincido con Natalio y con Mary en que es el don de Dios, la gracia, si la dejamos actuar, ¿y la puerta para recibir la gracia?...la confianza: como dice la liturgia bizantina, “Oh Dios, que bendices a los que Te bendicen y santificas a los que en Ti confían, salva a tu pueblo y bendice tu heredad”.

Natalio Ruiz dijo...

Mi muy Estimada Daisy:

Sigo, no en el camino de la discusión sino del dia-logo. Del ir y venir del agua algo queda a los costados.

Efectivamente la Gracia (y las virtudes que con ella vienen) no hace aparecer de la nada una nueva naturaleza, no la crea (de cero) sino que la supone. Esto quiere decir que, aún en la naturaleza caída o dañada por el pecado original, "algo hay" sobre lo cual se monta la Gracia y lo renueva.

Ahora, eso que existe, yo no lo llamaría "filantropía" ni haría referencia, sin más, a ninguna clase de amor. Y aquí está, a mi juicio, el gozne del asunto.

La clave está, más que en el amor (que es contenido) en la amistad (que es continente). Y no tanto en la amistad en general sino, más bien, en lo que Aristóteles en su Ética ubica en el último escalón de la amistad, que casi que sólo participa del nombre, que es la equivalente a la concordia (homonoia). Es una suerte de "amistad útil" natural y necesaria que nace de la "naturaleza social" (no sólo en el sentido de que necesita vivir en sociedad sino en el sentido de que el "género" ES sustancia con el individuo), es decir, es "requisito de" la naturaleza.

En este sentido, el "salto" que le falta es la separación de la naturaleza a la cual obedece. Y en el por qué obedece aparece el imperativo de Kant pero, a diferencia de él, nace directamente del ser (de la naturaleza). Y el imperativo nace del hecho de que lo ve como un "bien" conforme a "su" naturaleza (de donde sale el primer principio moral de "haz el bien y evita el mal"). Y si llevamos a Kant (aunque no quiera) al plano del ser y la naturaleza nos encontramos que allí confluye con lo del Cardenal.

Y por todo ello es importante el ver que el "salto" o el "sobre cambio" (si me permiten el término automovilístico) de la Gracia que hay que preparar se lo encuentra en la naturaleza misma. El mejor camino para preparar el salto a la Gracia es el que sube el cerro de la naturaleza.

En fin, todo demasiado compactado. Para su correcta lectura es aconsejable la instalación de un winrar intelectual.

Respetos.

Natalio