martes, 9 de febrero de 2010

Flores sueltas del Jardín: Hoy Rosas


Caminando en medio de la sequía llegando a una pequeña colinita me encontré, cual Juan Diego, con un milagro de rosas creciendo en medio de tanto marchitamiento:

Si para recobrar lo recobrado

debí perder primero lo perdido

si para conseguir lo conseguido

tuve que soportar lo soportado.

Si para estar ahora enamorado

fue menester haber estado herido,

tengo por bien sufrido lo sufrido,

tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado

que no se goza bien de lo gozado

sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido

que lo que el árbol tiene de florido

vive de lo que tiene sepultado.

Francisco Luis Bernárdez


6 comentarios:

Natalio Ruiz dijo...

Ja! Sintonía perfecta... Me encanta el soneto y acá están algunas de mis opiniones al respecto: http://hombrecitogris.blogspot.com/2009/02/necesidad-de-sed.html

Una vez más se reedita la comunidad de espíritu del jardín...

Respetos recobrados.

Natalio

Natalio Ruiz dijo...

Ja! Violeta puede ser otra u otro de las flores sueltas del jardín....

Respetos floridos.

Natalio

Ruth dijo...

Hermoso post! Siempre me han gustado particularmente, aunque de distinto modo, la Virgen de Guadalupe, el poema de Bernárdez y las rosas. Y ahora me gusta mucho cómo uniste Guadalupe-soneto-rosas en un solo post, en una sola idea.

Proprio bello, Mary! :)

Mary Lennox dijo...

Y sì andamos por la misma FM.
Ahora falta que reaparezca Doña Violeta.
Eso sì gracias por recordar la necesidad de sed, entre tanta sequìa, me habìa olvidad de para què estaba aquella.
Saludos sintonizados
Mary

Mary Lennox dijo...

Grazie Cara!!
A veces uno se asombra de como la realidad en su misterio puede conbinarse de distintas formas para resaltarnos nuevas maravillas que forman parte de ella.
Hay tantos aspectos de Dios que aùn nos falta contemplar!
Saludos
Mary

Teresita dijo...

Mi pequeña Mary, este soneto nos dá una mirada diferente frente a la realidad, nuestras pérdidas son piedras que decantan nuestra alma, para volverla más cristalina y reflejar al Hacedor; si nos aferramos sólo a las piedras, frenamos con ellas el curso del agua, que de fresco riachuelo se convierte en pantano.
Ah! misterio de la voluntad del hombre!
Con los mismos elementos nos convertimos en agua cristalina o lodo putrefacto!
Contemplemos juntas las rosas y asombrémonos como pequeñas niñas, para así dejar decantar nuestra alma, extasiadas ante la belleza.