miércoles, 18 de agosto de 2010

La Bella y la Bestia




Hoy es día nublado en el Jardín, el sol se ha escondido detras de las nubes negandose a mostrar su cara a nosotros, los terrestres habitantes, que mirando al cielo lo buscamos. Pero ¿podemos enojarnos con el sol por escondernos su calor? ¿por tomar un día de descanso en su nubosa habitación? No, si lo hicieramos no lo amaríamos realmente, despues de todo, no es un sol domesticado. Pero ¿qué se quiere decir con todo esto? ¿cuál es la naturaleza del amor, que no devora sino que deja libre?
Si nos ponemos a pensar en el cuento, la Bestia empieza a amar realmente a Bella cuando no ya con la maldición en su cabeza sino con el bienestar y la felicidad de ella en su corazón la deja marcharse a ver a su padre. Sí, se queda triste, pero el precio de su tristeza es poco, pues Bella al ver cortadas sus cadenas, al poder tomar el vuelo y levantar su mirada, puede ver a la Bestia en perspectiva y darse cuenta de que lo ama.
El verdadero amor, no forja cadenas sino que teje lazos, lazos que invisibles y sutiles, sostienen las alas del alma para enseñarle a volar. Es sólo cuando el amor se ve como frojador de cadenas que se torna en la maldición que aqueja a la Bestia, maldición que se corta al comprender que el verdadero amor requiere de la respuesta libre, única capaz de romper la maldición transformando la cadena en lazo. Pues sólo el amor lazo, producto de la libertad tiene las características que describe San Pablo: "Caritas patiens est, benigna est caritas, non aemulatur, non agit superbe, non inflatur, non est ambitiosa, non quaerit, quae sua sunt, non irritatur, non cogitat malum, non gaudet super iniquitatem, congaudet autem veritati; omnia suffert, omnia credit, omnia sperat, omnia sustinet. Caritas numquam excidit." Sólo de este modo la Bella podía amar a la Bestia, libremente, sólo así rompería las cadenas del hechizo que lo mantenian como Bestia:"If he could learn to love another, and earn her love in return..." ya que la unica manera en que se aprende amar, es cuando uno busca el bien de quien se ama por encima de su propia necesidad y sólo se gana el amor del otro, si primero se le da libertad para amar.

5 comentarios:

Mary Lennox dijo...

Traducción cita:
1Cor 13: "La Caridad es Paciente, es benigna, no es celosa, no actua con soberbia, no se pavonea, no es ambisiosa, no busca lo que su propio interés, no se irrita, no piensa mal, no se goza en la iniquidad, sino que más bien se goza en la Verdad; Ella todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera,todo lo resiste. La Caridad, nunca se excede"

Teresa dijo...

Preciosa reflexión acerca del amor, Mary. Sólo desde la verdadera libertad interior podemos entregarnos desde lo que ya somos, sin exigir "contraprestaciones". En cambio, cuando nos creemos seres faltos de amor... vamos mendigando "lo que sea" con tal de sentir eso que creemos "ser amado" -¡no nos damos cuenta que buscamos fuera lo que ya está en nosostros!. Un abrazo.

Mary Lennox dijo...

¡Exactamente! ¡Tarde te amé Hermosura tan antigua y tan nueva!, la libertad se funda en quién nos creó sin necesecitarnos, porque Él nos amó de Verdad, primero.
Un abrazo Teresa
Mary

fabianarmilio@yahoo.com.ar dijo...

EL AMOR
Es el SENTIMIENTO MAS GRANDE DEL MUNDO
El AMOR no se VE
El AMOR se SIENTE
Por AMOR se hacen cosas INCREIBLES
......QUIEN TIENE AMOR EN EL CORAZON
TIENE A DIOS ALOJADO ALLI
AMA - AMA ,hasta que duela y si no te entienden AMA
mas mucho mas,pero NUNCA DEJES DE AMAR.
Las lagrimas lavan el ALMA y fortalecen el CORAZON.

fabianarmilio@yahoo.com.ar dijo...

Amo porque amo, amo por amar


De los sermones de san Bernardo; abad, sobre el libro del Cantar de los cantares


El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar. Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua emanación de la misma. Entre todas las mociones, sentimientos y afectos del alma, el amor es lo único con que la criatura puede corresponder a su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituirle algo semejante a lo que él le da. En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí.

El amor del Esposo, mejor dicho, el Esposo que es amor, sólo quiere a cambio amor y fidelidad. No se resista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Puede la esposa dejar de amar, tratándose además de la esposa del Amor en persona? ¿Puede no ser amado el que es el Amor por esencia?

Con razón renuncia a cualquier otro afecto y se entrega de un modo total y exclusivo al amor el alma consciente de que la manera de responder al amor es amar ella a su vez. Porque, aunque se vuelque toda ella en el amor, ¿qué es ello en comparación con el manantial perenne de este amor? No manan con la misma abundancia el que ama y el que es el Amor por esencia, el alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la criatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre el sediento y la fuente.

Según esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia el deseo nupcial, el anhelo del que suspira, el ardor del que ama, la seguridad del que confía, por el hecho de que no puede correr a la par con un gigante, de que no puede competir en dulzura con la miel, en mansedumbre con el cordero, en blancura con el lirio, en claridad con el sol, en amor con aquel que es el amor mismo? De ninguna manera. Porque, aunque la criatura, por ser inferior, ama menos, con todo, si ama con todo su ser, nada falta a su amor, porque pone en juego toda su facultad de amar. Por ello, este amor total equivale a las bodas místicas, porque es imposible que el que así ama sea poco amado, y en esta doble correspondencia de amor consiste el auténtico y perfecto matrimonio. Siempre en el caso de que se tenga por cierto que el Verbo es el primero en amar al alma, y que la ama con mayor intensidad.