lunes, 1 de diciembre de 2008

El carnero en la Zarza

A menudo, me pregunto que habrá sido de aquellos personajes secundarios que nadie presta atención porque la reflexión central no está en ellos, sino como es debido y por sentido común en el personaje principal, por ejemplo, ¿qué habrá pasado con la meretriz de Santo Tomás? ¿Se habrá convertido luego de contemplar el atizador ardiente? Hoy paseando luego de la tormenta, disfrutando el fresco en el Jardín me encontré a mi misma contemplando uno de esos personajes, el carnero con los cuernos enredados en la zarza de la Historia de Abraham ¿Cómo es que llegó allí?¿cómo es que quedó enredado listo para el sacrificio?, creo tener la respuesta, o por lo menos adivinarla... me parece que la tarde del carnero habrá transcurrido algo así: El sol brillaba en el ocaso, "¡Qué brillo tan fuerte!" pensó el carnero, el viento soplaba en la montaña "¡Qué brisa más agradable!", y por último fue la altura de las cumbres lo que más su atención cautivó. Y sin pensar un minuto en su vida ,en cómo eran las cosas, hacia aquellas tres cosas se lanzó; al no poder de una alcanzarlas, todo su brío empleó y su enojo creció, creció tanto, que al ir en contra de la montaña el viento y el sol por no poder alcanzarlos, al zarzal con sus cuernos fue a parar. Como concluye la historia ya lo sabemos, pero qué es lo que a mi entender podemos sacar nosotros de esta historia Paralela es algo distinto. Nosotros somos aquel carnero cuando no comprendemos nuestra condición de ovejas, cuando maravillados por los dones divinos los queremos tomar por nuestra cuenta sin confiar en la providencia, y sin refrenar nuestras pasiones. Cada uno de nosotros sabe donde tiene su carnero escondido, cada uno sabe donde le dan sus pasiones o sentimientos, cada uno sabe en definitiva, como dice Platón, para donde nos tira nuestro caballo negro, lo importante es que ante la paradoja y la maravilla de la fe, ante los misterios de Dios, ante la vida sepamos con orden ir como Isaac confiando en su padre, pues sólo así siendo humildes como ovejas es que Dios nos podrá dar y tenernos misericordia.

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