miércoles, 4 de agosto de 2010

En la Luz del Invierno el despertar de la Primavera...


Vino hoy al Jardín el espíritu de los tiempos, el alma devoradora de Cronos y habló en estos términos:
-Hace frío en la porteña ciudad, desde el Jardín se puede contemplar a lo lejos, esa cortina de nube negra, mezcla de tormenta, mezcla de smog que es Buenos Aires. Es una ciudad interesante, llena de magia y de misterio, pero más que nada, de gente normal. Gente que entra y sale de sus casas y de sus trabajos y vive el día a día como cualquiera. Gente inmersa en la Rutina que como hormigas salen a buscar aun en invierno, su comida por la misma ruta, una y otra vez tal o cual señora se toma el colectivo que atravezando tal o cual piquete se dirije a su trabajo, y a la vuelta por la vereda de enfrente atravesando el mismo piquete la señora vuelve a su casa. Porque convengamos en la Porteña ciudad hasta las protestas tienen su rutina.
Mientras miro todo esto una y otra vez, como el mecanismo de un inmenso reloj sin alma, me pregunto, donde està lo extraordinario, donde están aquellos brotes de primavera que tan avidamente veìa en el invierno; no, no los veo... Miro otra vez al señor con su traje tomar el colectivo, y me pregunto ¿cuándo el hilo de la rutina se romperà? cuando se darà el lugar a la Eucatastrofe, a la aventura, a la magia... pero sòlo la rutina me responde.
Desde el fondo una voz alocada, que se asemeja a la salida del sol respondió:
-Lo más asombroso de los milagros está en que suceden. A veces se juntan las nubes del cielo para formar el extraño contorno de un ojo huma­no que nos mira fijo; a veces, en el fondo de un paisaje que se contempla mientras se parte en un dudoso viaje, un árbol asume la elaborada figura de un signo de interrogación. Yo mismo he visto estas cosas hace pocos días. Nelson muere en el instante de la victoria, y un hombre llamado Williams da la casualidad de que asesina un día a otro llamado Williamson; ¡una especie de infanticidio! En suma, la vida posee cierto elemento de coinci­dencia fantástica, que la gente, acostumbrada a contar sólo con lo prosaico, nunca percibe. Como lo expresa muy bien la paradoja de Poe, la pru­dencia debiera contar siempre con lo imprevisto...." "si no esperas no hallaras lo inesperado..."
Hace frío pero ha salido el Sol en la porteña ciudad...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó ese final: "si no esperas, no hallarás lo inesperado".

Y bienvenido ese verde primaveral! aunque estemos en el corazón del invierno.

A3

Mary Lennox dijo...

Esa frase del oscuro de Éfeso siempre me gusto, denota el carácter primordial de la esperanza ante lo esperado. Y de alguna manera me pareció que seguía el espíritu de lo que Chesterton quiso decir, espíritu que se levanta en contra del espíritu de los tiempos, del invierno que congela.
Saludos A3!
Mary