lunes, 15 de septiembre de 2008

El viaje a la Armonía


Querida amiga:
Abandono por este post el estilo indirecto, para, Dios mediante, escribir acerca de la fe.
Lo primero que quiero dejar sentado es que hay Armonía entre Fe y Razón, Armonía que le da el nombre a este post, porque es el punto de partida y el punto de llegada, de los peregrinos a Jerusalén (Quien hubiese dicho que Minerva se encontraba en lugar tan crucial). Paso ahora a desarrollar.
Hay dos opciones en esta vida en cuanto a la fe, el nacer en ella o sea nacer en la Armonía, o nacer fuera de ella, o sea nacer, pongamos, en Buenos Aires.
Para el primero, que nace dentro de la Armonía su camino será como el llamado del Esposo del cantar de los cantares a la esposa, dulce y suave, no por eso libre de obstáculos, pero sí libre de escándalo, lleno en vez de maravillas. Para el Armoniense, la vida transcurre así dentro de esta naturalidad donde la fe es el milagro de cada día. El instante, en este caso, se presenta como una apropiación de la fe de los padres, como un tomar para sí aquello que se le ha dado toda la vida, es este el momento en el cual el Armoniense opta o no por hacer suya su ciudadanía Armoniense, cumpliendo de este modo su mayoría de edad.
En cambio, para el Porteño, las cosas suceden de una manera un poquito distinta, puesto que primero debe recorrer el camino a la Armonía, para luego, sí recorrer haciéndose Armoniense el camino a Jerusalén. El tema que este camino como dice el Danés es el camino donde todos los carteles te indican: atrás, atrás, atrás. Puesto que en este camino se deben renunciar a todas las razones que le fueron enseñadas desde chico, como por ejemplo, "los milagros no existen", "las cosas todas tienen una perfecta y coherente explicación científico filosófica", "el hombre logra todo por sus propios medios" etc., etc. El instante aquí se presenta de una manera violenta, se presenta con la fuerza de la opción radical, entre permanecer en la comodidad de mis propias razones o abandonarme en el salto al vacío que implica la fe; entre salir a buscar la nueva tierra de Jauja (la Armonía) de la cual sólo me han contado, o hacerle caso a todas las razones que me hablan de que me debo quedar. El porteño debe renunciar a su razonable ciudad para ir en pos de la Armonía entre fe y razón. Pero sólo puede conseguir esa Armonía, si primero renuncia y emprende el viaje sino, la existencia de la Armonía quedara como la existencia de un bello campo en un bello cuento de hadas.
Espero con esto querida Ruth haber respondido a tus preguntas. Sé que quizás quedan más baches y más preguntas que antes, pero esto es lo que pude resumir en el poco tiempo que éticamente tengo. A los demás, como Athena, y otros visitantes del Jardín les mando mi saludo y la invitación a si quieren participar, pues aunque este sea un Post dirigido en realidad es abierto para todos.
Se despide hasta la Próxima su corresponsal desde Misselthwaite
Mary Lennox

6 comentarios:

Natalio Ruiz dijo...

Estimada Mary:

Creo que estoy con Ruth en la pregunta y no veo del todo la respuesta.

Quizás habría que afinar un poco más la pregunta en tanto uno de los términos de la comparación es, a la vez, otra alegoría (la mujer, etc.).

En cualquier caso quiero hacer una objeción puntual (quizás también en el mismo sentido que la pregunta y la respuesta).

Impugno el decir que hay que renunciar al "las cosas todas tienen una perfecta y coherente explicación científico filosófica". Si "científico filosófica" significa una explicación por sus causas (que es lo que las palabras significan) no renuncio a decir "todas las cosas tienen una perfecta y coherente explicación por sus causas". El hecho de que lleguemos a ellas o no es otro tema y por allí aparece el credo ut intelligam de San Agustín.

Algo parecido puede surgir del planteo: ¿a qué llamamos milagros?

Digo de pronto me parece.

Respetos.
Natalio

Mary Lennox dijo...

¡Qué Alegría Natalio! que se paseara por aquí, aunque ¿es usted o Badía...?
Muy bien, paso a aclarar el primer bache, si puedo... No, no me refiero a una explicación por las causas, pues no hay una contradicción entre fe y razón. Pero sí, es un abandonar el "sólo existe esa explicación", el cerrarse en un sistema en donde todo y cada una de las cosas es calculable y racionable. Es ese tipo de explicación científico filosófica, la que pretende negar lo trascendente o maravilloso por que se le sale de los planes. Es esa razón, la razón caída en su propio sistema, la razón vieja la que digo que se debe abandonar. No la razón,razón.
Creo que cabe la aclaración que mi posición no tendría sentido si todo fuera como en la Armonía o en la Edad Media. O sea sí estoy con ustedes, el tema que de lo que hablo es de algo previo, del camino de la razón que se encuentra fuera de la armonía para encontrar aquella armonía.
Bueno vuelvo a mi trabajo de Ética.
Cariños Natalio "Badía" Ruiz.
Mary

Mary Lennox dijo...

Me olvidé:
Una vez aceptada la fe una vez hecha la renuncia de la razón a cerrarse en sí misma es que descubre aquello que vos Natalio decís, pues descubre la Armonía que hay entre fe y razón y como en realidad no se contradecían.
Cariños
Mary

Anónimo dijo...

Querida Mary,

quisiera poner dos cosas que dice nuestro querido Kierkegaard en dos obras que todavía no leíste (¡sólo todavía!) y creo que tienen que ver.

La primera me vino porque citás a Kierkegaard y hablás del salto. El danés dice que el problema por excelencia es llegar a ser cristiano, decisión que aparece tanto para el porteño como para el armoniense. Ahora bien, según él es más fácil para el no cristiano que para el cristiano, porque el primero da un salto de no cristiano a cristiano, en cambio el segundo debe dar el salto más difícil: saltar y volver a caer en el mismo lugar. Cf. Apostillas, si no me equivoco.

La segunda cosa me vino por el camino libre de escándalo para el armoniense. Kierkegaard dice que la posibilidad del escándalo está siempre: eliminar la posibilidad del escándalo es eliminar la fe. Cf. Ejercicio del cristianismo, segunda parte.

Cariños!

Ruth

Mary Lennox dijo...

Querida Ruth:
La última cosa me la dijiste, y la primera me la imaginaba yo por mi parte. Pero la primera de las cosas que dice Kierkegaard no me la imaginaba por él, sino por una pequeña experiencia de vida. Cuando arrive a la facultad me encontre con la Cristiandad establecida en terminos del Danes, con muchos armonienses que querian rechazar su ciudadanía y volver a Buenos Aires de donde yo habia salido.
Algo parecido dice Chesterton en Ortodoxia cuando habla de que uno tiene que lograr asombrase y acostumbrarse de las cosas a la vez.
En cuanto a la segunda sí, es cierto, el problema mio es que todavia no se como conjugarlo es como el congiuntivo italiano jajaja. Ya lo aprenderé. Intuyo que también tiene que ver con lo que dice Chesterton y que la posibilidad de escándalo ira pegada junto a la de maravillarse. Pero de vuelta es solo intuición.
Estos son algunos de los baches que pensaba mientras publicaba el post, pues en mi cabeza estaba el recuerdo de muchos armonienses que estaban cansados de serlo, y la frase del escándalo.
cariños mi muy querida amiga/ama de llaves.
Mary

Anónimo dijo...

Cara Mary,

credo che SIA ancora più difficile del congiuntivo... :p

Tua,

Ruth