Cumplidos, y ya bastante pasados, los días para escribir, le andaba comentando a Ruth acerca de la existencia en la mansión y en el Jardín de duendes. Unos seres Juguetones que apenas uno los vislumbra se desvanecen. Caminando el otro día por el Jardín perdiéndome en sus senderos hasta llegar a un bosque vi a tres de ellos.
El primero o mejor dicho primera, delicada criaturilla, se reía y en silencio me decía:
La feminidad: ¡Qué misterio tan grande encierra la mujer! Con una participación tan grande en el misterio de la Vida, que cuando alcanza virtud puede ser una reina y cuando el vicio la alcanza una arpía. ¡Qué misterio tan grande y tan raro encierra una dignidad tan oculta!
Luego apareció un segundo que miraba con ojos ansiosos a la primera, éste volteando su mirada hacia mí, como niño travieso y curioso me dijo:
El racionalismo (como exagerado culto de la razón) es el mismo error que el feminismo: La razón se empeña tanto en concebir ella sola sin concurso de la realidad, desdibujando de tal manera su identidad, que termina queriendo abortar.
Antes de que pudiera yo responder apareció un tercer duende, más viejo, quien mirándome a los ojos dijo:
Dulce es la guerra para el inexperto: pero ¿qué es lo que hace que la guerra le sea dulce, qué es lo que provoca aquel llamado que le causa entusiasmo al soldado raso por la batalla?; Pasando a la mujer, ¿qué es lo que le hace dulce a la enamorada el noviazgo que la llama al desposorio?, y por último ¿qué es lo que hace que la razón tienda al misterio, tienda a la paradoja?. En todos estos casos, mi niña, se pierde algo, que según se lo esté dispuesto a perder o no es que hace a la batalla, al desposorio y al conocimiento, dulce, feliz y fácil o agrio, arduo y difícil. Y eso es sí mismo. Sin embargo, aquello que despierta el dulce deseo, de la batalla, del desposorio, del conocimiento, es el llamado, es el enamoramiento, es el primer vistazo, que causa el amor y que por ello espera luego la respuesta de la amada ¿estará dispuesta a perderse para ganar al amado? Si la respuesta es afirmativa, como dije mi niña, si el soldado, la novia y la razón están dispuestos a perder su vida para ganarla, para ganar al amado, la batalla, el conocimiento, entonces su carga será ligera y su yugo suave, sino la batalla lo corromperá, a ella el matrimonio la amargará, y a la razón el conocimiento la secará.
Habiendo dicho esto los tres desaparecieron, dejándome sola en el bosque pensando...
El primero o mejor dicho primera, delicada criaturilla, se reía y en silencio me decía:
La feminidad: ¡Qué misterio tan grande encierra la mujer! Con una participación tan grande en el misterio de la Vida, que cuando alcanza virtud puede ser una reina y cuando el vicio la alcanza una arpía. ¡Qué misterio tan grande y tan raro encierra una dignidad tan oculta!
Luego apareció un segundo que miraba con ojos ansiosos a la primera, éste volteando su mirada hacia mí, como niño travieso y curioso me dijo:
El racionalismo (como exagerado culto de la razón) es el mismo error que el feminismo: La razón se empeña tanto en concebir ella sola sin concurso de la realidad, desdibujando de tal manera su identidad, que termina queriendo abortar.
Antes de que pudiera yo responder apareció un tercer duende, más viejo, quien mirándome a los ojos dijo:
Dulce es la guerra para el inexperto: pero ¿qué es lo que hace que la guerra le sea dulce, qué es lo que provoca aquel llamado que le causa entusiasmo al soldado raso por la batalla?; Pasando a la mujer, ¿qué es lo que le hace dulce a la enamorada el noviazgo que la llama al desposorio?, y por último ¿qué es lo que hace que la razón tienda al misterio, tienda a la paradoja?. En todos estos casos, mi niña, se pierde algo, que según se lo esté dispuesto a perder o no es que hace a la batalla, al desposorio y al conocimiento, dulce, feliz y fácil o agrio, arduo y difícil. Y eso es sí mismo. Sin embargo, aquello que despierta el dulce deseo, de la batalla, del desposorio, del conocimiento, es el llamado, es el enamoramiento, es el primer vistazo, que causa el amor y que por ello espera luego la respuesta de la amada ¿estará dispuesta a perderse para ganar al amado? Si la respuesta es afirmativa, como dije mi niña, si el soldado, la novia y la razón están dispuestos a perder su vida para ganarla, para ganar al amado, la batalla, el conocimiento, entonces su carga será ligera y su yugo suave, sino la batalla lo corromperá, a ella el matrimonio la amargará, y a la razón el conocimiento la secará.
Habiendo dicho esto los tres desaparecieron, dejándome sola en el bosque pensando...
9 comentarios:
¿Qué es lo que la hace a Mary ver duendes en la casa? Comparta por favor.
Respetos estimada Mary.
Natalio
Estimado Natalio,
no creo que Mary nos quiera revelar su secreto, así que se lo digo yo. Pero hable bajito para que no nos escuche...
Mary ve los duendes porque es lo bastante pequeña para creer en ellos, humilde para escucharlos, inteligente para comprenderlos... Y, gracias a Dios, es generosa y comparte con nosotros lo que le dijeron...
Yo no pierdo la esperanza de algún día verlos... ¡Me encantan los duendes! :)
Cordialmente,
Ruth
My Dear Friend:
Estos días no tuve demasiado tiempo para pensar, asique si estoy hablando barbaridades sabés que contás con toda la libertad del mundo para corregirme, pero al terminar de leer tu ultimo post salto a mi mente una frase bastante conocida de Antoine Lavoisier “Nada se pierde, todo se transforma”…
“En todos estos casos, mi niña, se pierde algo, que según se lo esté dispuesto a perder o no es que hace a la batalla, al desposorio y al conocimiento, dulce, feliz y fácil o agrio, arduo y difícil. Y eso es sí mismo.”
Es decir, porqué no podemos ver la cuestión como un camino hacia el conocimiento y la verdad en el que desde la falta de experiencia que todos padecemos al principio, vamos a medida q maduramos, creciendo y acercándonos a la verdad..¿porque necesariamente perder algo?
“Dulce es la guerra para el inexperto”..en este caso el soldado carece de experiencia, digamos q no tiene absoluta conciencia de lo q implica la guerra, y solo transitando ese camino del que hablo crece..se transforma lo dulce en real..sin perder.
“¿qué es lo que le hace dulce a la enamorada el noviazgo que la llama al desposorio?” acá creo q si la enamorada es correspondida, solo transita su camino al desposorio acompañada, y crecen juntos, conocen y comparten experiencias, eso no tiene porque ser una perdida…sino de nuevo una transformación…
“¿qué es lo que hace que la razón tienda al misterio, tienda a la paradoja?” Este ya me cuesta un poquito mas :P, y conocés mis razones, pero yo creo q la razón siempre que se apoye en la realidad y la verdad no pierde, que se acerca, (ahora si, el tema es q la alcance, se puede?) a la verdad..no creo que pueda abarcarla toda, pero tambien creo que nadie dentro de lo humanamente posible pueda conocerlo todo..en fin, este tema es otro pero mi idea, errónea o no, es que no creo q el proceso sea perder una cosa para ganar otra siempre…sino transformar de un estado inicial “pequeño” llamemoslo, a uno que se acerque a la verdad…sin tener que necesariamente perder algo, sino solo “mejorarlo”…
Te pido disculpas si hable pavadas en algún momento, solo espero que se entienda mi concepto..
Nos vemos, saludos!
Athena.
Queridas habitantes de Misselthwaite, divido en dos mi comentario.
De uxore et milite: creo que en ambos hay algo que se pierde, algo a lo que se renuncia; tanto la esposa como el soldado están obligados a renunciar: a su familia, a la vida profesional, a su tiempo, etc. Y sin la aceptación de estas renuncias no hay verdadero amor. Tal vez diría que “lo perdido se transforma”, pero creo que hay verdaderas pérdidas.
De ratione: me parece validísima la imagen de Mary, la relación amor-renuncia. Pero tengo que confesar que me gusta más un camino sin pérdida: la gracia supone la naturaleza y la eleva; la fe supone la razón y la eleva; hay una jerarquía innegable, pero lo superior supone lo inferior, no lo pierde, no renuncia a ello, lo transforma, lo enaltece. Hay una ascensión gradual, la misma razón que accede a lo natural, llega a lo sobrenatural iluminada por la fe; es una razón enaltecida, es una razón creyente... que no pierde nada.
Obvio que la razón no agota el misterio, como tampoco agota la realidad natural.
Cariños a ambas y ha sido una verdadera alegría encontrar a Athena en el Jardín.
Ruth
¡Los duendes secuestraron a Mary! Que la devuelvan al ciberespacio.
Natalio
Queridos Todos:
¿Secuestrarme? Uhm... ¡no! El problema es que con Ruth fuera y habiéndose llevado las llaves, quedó la puerta abierta y entró al Jardín una terrible tormenta de cosas que me impidió escribir. Ahora por el momento ya pasó (espero) y por eso me dedico a la escritura:
A mis amigas:
Como con los duendes yo quería simbolizar ideas confusas que van y vienen y que se necesitan profundizar, y distinguir; les respondo a cada una y les agradezco, puesto que ambas con sus comentarios me ayudan a cazar a estos escurridizos duendes:
1) En el tema del conocimiento:
Creo que caben algunas distinciones:
Sí, concedo que con respecto al conocimiento de la realidad el entendimiento humano nada pierde en este acto, sino que gana. Lo que yo quería simbolizar, o buscar es ese algo que haga que el conocimiento no se seque y que no se vuelva racionalista, supongo que eso está simbolizado con la analogía del conocimiento como amor, y creo que es justamente el amor a la realidad, a la verdad lo que hace que no se seque, así que corrijo no es una perdida lo que evita la sequedad de mentes, sino el amor.
Ahora bien, en cuanto a la fe, uhm... bueno... concuerdo con la afirmación de Ruth en cuanto que la Gracia supone a la naturaleza, con tema de la pérdida no pretendo negar la naturaleza ni la razón para conocer los misterios de la fe, sino, (aquí la influencia de Danés), el salto que corresponde a la naturaleza de tales misterios. Seria el dejar la tierra de sí misma, un no cerrar las puertas a lo maravilloso. Y al fin al cabo volviendo a lo de Athena y corrigiéndome a mí, pérdida sería transformación. En la química, ciencia de Lavoisier, lo que no se pierde y se transforma es la masa es justamente la ley de igualdad de masas la que cita nuestra querida Athena, sin embargo hay una pérdida, porque luego del cambio químico si bien la masa permanece hay una perdida del estado anterior. Y eso es lo que a mi parece que le sucede a la razón con respecto a la fe; hay una pérdida del estado anterior de incredulidad y la adquisición de un estado nuevo de creyente, conservándose la misma razón transformada, resucitada, lista para conocer las realidades más altas que corresponden a los misterios. Cosa que no se podría hacer sin tener la razón.
2) En cuanto al noviazgo y a la guerra: Ruth dijo suficiente, puedo agregar que como Athena dijo, hay un crecer juntos pero a la vez este crecer juntos es lo que prepara para dar el paso al desposorio, lo que prepara para perder el estado de Doncella a la mujer, para unirse a su marido y viceversa para el hombre. Pues no van a negar que estar casado, por mas que sean la misma persona no es lo mismo que esta soltera/o. Volvemos a lo mismo hay una conservación de masas pero una perdida de estado o de sustancia.
Espero haber respondido, aunque espero sus respuestas a mis respuestas, recuerden que sola no puedo cazar estos duendes.
P.D.: Están invitados los que no sean Ruth y Athena a participar. No sean tímidos.
Querida Mary,
me parece que se nos está escapando nuevamente el duende... Vos decís: "Y eso es lo que a mi parece que le sucede a la razón con respecto a la fe; hay una pérdida del estado anterior de incredulidad y la adquisición de un estado nuevo de creyente, conservándose la misma razón transformada, resucitada, lista para conocer las realidades más altas que corresponden a los misterios."
No toda razón pierde el estado de incredulidad, porque eso sólo sucede en la conversión. ¿Qué pierde una razón creyente desde el nacimiento?
Cariños!
Ruth desde la Armoniosa Chimenea
Querida Ruth:
La verdad, que ese duende a mi se me escapó, no sé lo que es vivir en un ambiente donde la fe es ya connatural a uno desde la cuna. Eso más bien es una pregunta que me podrías responder vos.
Pero ¿no es la vida una conversión constante? ¿Y no llega tarde o temprano la decisión de abrazar la fe a cada uno, aún cunado se la vivido desde la cuna? ¿No hay un momento en que se hace propia la fe de los padres?
Quizás la distinción cabría en la forma y en la historia de cada persona singular, como cuando, no si te acordás, distinguía el tema de la conciencia del pecado y de la alegría. Puede que en ese caso el proceso no sea tan violento y sea más bien suave como el llamado de la novia en el cantar de los cantares.
En verdad amiga en esta podes ayudarme más vos que yo así que te paso la pelota.
Cariños
Mary
Querida Mary,
¡no tengo idea de qué pierde la razón creyente! :(
De todos modos, creo que no estamos hablando de historias personales, sino preguntando ¿hay pérdida o no en la relación de ambas? Yo dije que no; vos que sí. Pero cuando decís qué pierde, lo limitás al caso de la conversión. De ahí mi pregunta.
Yo no hablaría de pérdida ni siquiera en el caso de la conversión. Porque decir que se pierde la incredulidad, me parece igual a decir que se pierde la ignorancia en el conocimiento de lo natural. ¿Son verdaderas pérdidas? No me convence. No son pérdidas como las de la esposa o el soldado (donde coincidimos).
¡El duende es tuyo de nuevo, cazadora experta! :)
Cariños,
Ruth
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