lunes, 5 de julio de 2010

¡A la casa de duendes!

En medio de finales, y pruebas, problemas, leyes y trabalenguas, el Salon de Misselthewaite en este invierno, se vuelve el lugar más acogedor del Jardín. En el los amigos nos sentamos a charlar, tomar algo y lo más importante a reir.
La risa de esos momentos frente al fuego en la gran sala es la que nos hace pasar por los momentos de soledad, la que nos ayuda a atravesar este valle de lagrimas con una sonrisa, pues nos hace recordar que allí donde llovió paró.
Es cierto entonces lo que el gran Ciceron decía: "la amistad ha sido dada por la naturaleza como ayudante de las virtudes,(...), para que, puesto que la virtud en solitario no podría llegar a aquellas cosas que son las más grandes, llegara unida y asociada con la otra" (...) " Así pues, es verdadero aquello que, acostumbrado a decir, según creo, por Arquitas de Tarento, oí a nuestros ancianos recordarlo como oído de otros ancianos: "si alguien hubiese subido al cielo y hubiese contemplado la naturaleza del mundo y la hermosura de los astros, aquella admiración sería para él desagradable; esta habría sido para él agradabilísima, si hubiera tenido a alguien al que contarlo." Así la naturaleza nada ama al solitario y siempre se apoya como en algún adminículo; éste es, incluso, dulcísimo en alguien muy amigo."
Es así que caminando por el Jardín me encontré con algo digno de compartir, porque a veces, el singular es hermoso para contemplar, pero el plural hace que lo contemplado sea difusivo de sí:

1 comentario:

Ruth dijo...

¡Muy linda entrada, Mary! Muy buena la cita de Cicerón... y muy tierno el videíto! :)