martes, 24 de junio de 2008

Un cuento sin título y sin final



Ayer llegó un anciano profesor a Misselthwaite que a la luz del hogar, y a nuestro pedido, en la sala común nos enpezó un cuento a relatar:


-Conozco o me han contado la historia de un guerrero, de la cual no se conoce o no se ha encontrado todavía el final-dijo con ojos que empezaban a rememorar, y luego de su portafolios viejo, sacó un antiguo pergamino y empezó a relatar:


"Era una mañana brillante, cuando aquél noble caballero decidió partir a cubrir el puesto de un amigo. Los pájaros cantaban y el sol brillaba en lo alto del cielo dando a entender que cualquier cosa maravillosa podía pasar.

El camino lo llevaba lejos de casa y por ende lejos del campo de batalla al cual debía defender. Cuando arribó a destino en aquella vieja posada las cosas parecian normales... la dueña de aquella posada lo miró de arriba a abajoen su brillante armadura y le mostro el cuarto donde habría de quedarse.

La misión del caballero en aquel sencillo lugar era la de quedarse por la temporada fría a defender el puesto del posible ataque del enemigo; luego de cumplido ese tiempo debía retornar pues la guerra estaba ya pronta en su casa y se lo requería en el campo de batalla.

Al correr los meses el caballero y la posadera disfrutaban cada vez más de su mutua companía y como era de esperarse entre tan apuesto caballero y tan noble dama ambos se enamoraron.

Disfrutaron ambos los meses fríos pero cálidos de su amor, como si la vida se les fuera en ello. sin embargo una sombra pesaba sobre ambos, se acercaba el momento del retorno del caballero al campo de batalla y a la guerra...."

El viejo profesor nos miro a cada una y dijo:- El antiguo pergamino aqui se corta...

y ante la mira ansiosa y decepcionada de sus oyentes agregó: Sin embargo, se han encontrado escritos sobre esta pequeña historia que hablan acerca del dilema del caballero:

El quedarse en la lontananza con su amada, feliz en la paz y lejos de la batalla dejando así su puesto; o renunciar a su amor para volver allí donde lo necesitan, donde su vida y habilidad con la espada son requeridas para salvar tantas otras. De todas maneras allí se corta la historia dejandonos la incognita, de un corazón partido entre dos amores: el de la amada o el de la patria. Y la pregunta a mi entender que de nuevo se plantea -dijo el anciano profesor- es ¿puede uno servir a dos señores?,¿puede aquel que está peleando y es llamado a la batalla enamorarse?, ¿le cabe al hombre en esta vida el descanso o sólo se lo dan, en tanto y en cuanto este no le haga olvidar de la patria celestial? Puesto que recordemos que todo aquel que ame su vida la perderá y todo aquel que pierda su vida la encontrará...

Así terminó su historia aquel viejo profesor... dejando flotar aquellas preguntas en el calido aire frente a la chimenea de la sala... lo que cada una pensó o dijo en aquella conversación nocturna esta invitada a decir o a callar....

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Digo lo que pienso? ...Me parece que el pergamino del anciano profesor es una versión más breve del Diario que encontró Frater Taciturnus...

Cariños Mary!

Ruth